Esta expresión proviene del idioma chino y significa: “El arte de trabajar juntos” implica todas las estrategias, tácticas y comportamientos que se practican para llevar a un equipo a la máxima expresión de alto desempeño (Resultados con pertenencia).
Actualmente las empresas compiten en el mercado como los equipos deportivos, o como las orquestas sinfónicas; hay grandes ligas y pequeños torneos, depende de la magnitud de los negocios. Se presenta una curiosa similitud entre las competencias de los equipos deportivos o las orquestas sinfónicas y las realizaciones de las empresas en los mercados.
Así, los mercados son los estadios o los escenarios: las empresas son los equipos que participan en el campeonato, o deleitan a un exigente público; los mercados regionales, nacionales o mundiales se asemejan a los campeonatos de igual nivel, o las exigentes presentaciones de baile; los competidores se comportan como los equipos rivales; los colaboradores estrellas se comportan como los jugadores talentosos; los equipos de trabajo triunfadores son como los equipos deportivos campeones, los conjuntos musicales o las compañías de baile.
Propósito del Gung Ho:
El Gung Ho en las empresas se utiliza como una estrategia para ganar, a través de ella se aplican los diferentes procesos que conducen a la selección, formación, desarrollo y realización y éxito de los equipos de trabajo.
ESTE ESTADO DE GUNG HO REPOSA SOBRE TRES GRANDES PILARES:
1. EL ESPÍRITU DE LA ARDILLA:
Es conocer el por que de nuestro trabajo y que tan importante es para la humanidad, es decir, es tener en cuenta de que nuestro trabajo vale la pena.
Para alcanzar el espíritu de la ardilla debemos trabajar en pos de una meta compartida, de una meta establecida en equipo, la cual posea todo el interés, apoyo y compromiso de la gente que ha participado en el proceso. Estas marcaran el derrotero desde nuestro punto actual hasta aquel en donde queremos estar en el futuro.
Estos planes solo se llevaran a cabo bajo la orden del único jefe en una organización gung ho: los valores. Estos son la guía del plan de trabajo. Todas las decisiones y actuaciones deben hacerse en base a los valores, ya que estos son los cimientos en los cuales podemos confiar, son los que “sostienen el esfuerzo".
Estos elementos son los que lograran que el trabajador se sienta importante realizando su actividad y que valore lo que hace, de tal forma que adquiera sentido de pertenencia y “el amor propio”.
2. EL ESTILO DEL CASTOR:
Es ejercer el control de manera independiente para alcanzar las metas, es poseer un alto grado de control sobre nuestro destino, es hacer lo que estamos en capacidad de hacer, es hacer “lo correcto de la forma correcta”.
Para obtener el estilo del castor, los gerentes deben dejar que los trabajadores hagan su juego. Las metas y los valores definen el territorio y las reglas. Los gerentes deben asignar las posiciones de manera correcta a los trabajadores y dejar que estos se encarguen de su labor.
La organización debe brindar apoyo a las personas y valorarlas como tal, a medida que esto se haga, los trabajadores asumirán más control. Además de esto, la organización debe exigir un poco mas teniendo en cuenta las capacidades y destrezas de los individuos que la conforman. Debe asignar trabajos que exijan lo mejor del personal y que les permita aprender.
Por ultimo los gerentes deben ser “jefes sin ser mandones”, y deben hacer fluir la información, de tal manera que haya acceso total a esta.
3. EL DON DEL GANSO:
Es “alentar a los demás a seguir adelante”, es el apoyo mutuo e incondicional, es estimular constantemente, “es la fuerza que impulsa a la gente durante la realización de una misión verdadera, es una razón para trabajar”.
Para lograr el don del ganso, es necesario satisfacer las necesidades básicas del individuo con una y justa remuneración y es necesario “alimentar el espíritu de estas por medio de las felicitaciones”.
Las felicitaciones deben ser de verdad, y son importantes ya que ayudan a recordar a las personas que lo que esta haciendo es valioso para el logro de las metas compartidas.
Se debe tener en cuenta que el don del ganso exige otorgar premios a los que han trabajado excelentemente, exige hacerse de lado para que un miembro del equipo lleve acabo un proyecto de gran importancia, sin ejercer presión o control sobre este; y exige reconocer y felicitar por el progreso.
Por ultimo se debe dar animo mutuamente entre gerentes y colaboradores para llenar el trabajo de entusiasmo y positivismo.
El gung ho radica de la observación de la actitud de ciertos animales (la ardilla, el castor y el ganso) y como se desenvuelven estos en su naturaleza. Esto nos muestra de cuan importante es nuestro entorno y de que en este se pueda encontrar la solución a nuestros problemas, solo basta mirar mas allá de nuestro ojos y abrir un poco mas la mente, ya que si no lo hacemos, nos estaríamos encerrando en un mundo estrecho.
Si queremos ser gerentes exitosos debemos visionar y ver el futuro, debemos soñar, ya que los sueños nos guiaran en el camino para la realización de planes; y es aquí donde debemos hacer que nuestros colaboradores se comprometan, para que esta meta no solo sea importante para uno sino también para un grupo de personas que son parte importante de la organización. Ese compromiso es la chispa que hace que se encienda la llama que motiva, que empiece el proceso continuo de motivación.
Luego el saber asignar la tarea adecuada al individuo adecuado, se convierte en parte fundamental del proceso motivacional, ya que el saber delegar funciones de acuerdo con las capacidades de los colaboradores hace que estos cumplan sus actividades bajo su responsabilidad. A esto le sigue el constante apoyo mutuo e incondicional.
Por ultimo debemos saber que si deseamos una organización exitosa, con gente feliz y comprometida en donde exista en excelente clima organizacional invadido por el positivismo y los buenos resultados, deje que el espíritu de la ardilla haga realidad el plan de Dios para tu organización, deje que el estilo del castor haga el plan de Dios para tus colaboradores y deje que el don del ganso sea el regalo de Dios para todos. En pocas palabras, aplica una de las mejores técnicas: el gung ho. ¡Que esperas!, ponte en marcha sin perder el tiempo.
Esta es una imagen microscópica que muestra la interconexión entre los ganglios cardíacos en el corazón humano. La luz azul de las estructuras finas de la imagen de la izquierda son múltiples axones crusando la conexión entre los ganglios. La imagen de la derecha es una ampliación de los ganglios se muestra en la caja rectangular en la imagen de la izquierda
La Universidad de Oxford llevó a cabo un enorme y extenso volumen de estudios médicos en todo el mundo sobre neurocardiología, este incluye estudios que no han encontrado la manera de llegar a las revistas todavía.
Los descubrimientos en el campo de la neurocardiología son, créanme, mucho más impresionante que el descubrimiento de la no-localización en la mecánica cuántica.
Es el mayor asunto de todo el siglo, pero está tan lejos y tan fuera de la común comprensión conceptual, que muchas de las personas que realizaban la investigación no eran plenamente conscientes de las implicaciones de esta.
Cerca de un siglo atrás, Rudolph Steiner, dijo que el mayor descubrimiento de la ciencia del siglo 20 sería que el corazón no es una bomba, sino mucho más, y que el gran desafío de los siglos venideros de la humanidad sería, en efecto, permitir al corazón enseñarnos a pensar de una manera nueva.
Ahora, eso nos suena muy ocultista, pero creemos que es exactamente y biológicamente el caso.
No puedo en un tiempo breve compartir con ustedes todas las implicaciones de la neurocardiología, excepto decir tres cosas:
En primer lugar, del sesenta al sesenta y cinco por ciento de todas las células del corazón son células nerviosas que son precisamente las mismas que en el cerebro, que funciona exactamente de la misma forma, supervisando y manteniendo el control de los procesos de la totalidad de la mente-cuerpo-cerebro así como conexiones directas sin intermediarios entre el corazón y las estructuras cognitivo emocionales del cerebro.
En segundo lugar, el corazón es la principal estructura glandular endocrina del cuerpo, Roget descubrió que produce las hormonas que afectan profundamente las operaciones del cuerpo, del cerebro y de la mente.
En tercer lugar, el corazón produce 2.5 vatios de energía eléctrica en cada pulsación, creando así un campo electromagnético idéntico al campo electromagnético alrededor de la Tierra. El campo electromagnético del corazón rodea el cuerpo hasta una distancia de cinco metros de distancia y genera ondas de energía como la radio y ondas de luz que constituyen la principal fuente de información sobre la cual el cuerpo y el cerebro construyen nuestra red neural y la percepción del mundo.
Dispuesto como una antena bien protegida por la caja torácica, está el motor de la coherencia cardíaca y dialoga con nuestro cerebro craneano.
Deberíamos entonces asignar a esta naturaleza la capacidad de ser autosuficiente en un equilibrio perfecto, de establecer sistemas auto-protectores de los más juiciosos, como podemos constatarlo en nuestra anatomía.
Si observamos en efecto la protección de los órganos principales de nuestro cuerpo, podemos ver cuánto ésta es juicioso.
El frágil cerebro constituido de varios mil millones de neuronas, es el órgano mejor protegido de nuestro cuerpo por nuestro cojea craneana.
Viene a continuación el conjunto corazón pulmones considerado mucho tiempo como la parte más importante de todo el organismo, sí mismo colocado en nuestra caja torácica.
Esta protección concedida al conjunto corazón pulmones oculto a buen número de entre nos aún hoy, un órgano mucho menos conocido, pero del lo la más importante de nuestra anatomía, constituido en cuanto a él, de cerca 40.000 neuronas, que es el Pequeño cerebro del corazón.
Presentándose un poco como una antena emisor y receptora se encuentra colocado en la caja torácica, e incluso si es posible concebirlo un poco como una “tarjeta de memoria” colocada cerca del corazón y los pulmones para garantizar la coherencia cardíaca, participa no obstante en el desencadenamiento del circuito corto del cerebro en concordancia con nuestro tálamo sensorio (centro de análisis de nuestros cinco sentidos).
Cada uno puede efectivamente darse cuenta de afecta del circuito corto del cerebro producido por el pequeño cerebro del corazón, cuando, puesta en una situación de tensión o miedo, nuestro ritmo cardíaco se acelera, causando la imposibilidad de todo análisis cognitivo, y justificando la fuga el combate, o todavía la llamada a la ayuda.
No se trata entonces de percepciones como la audiencia, la vista o afectado, pero produce el mismo efecto que estos órganos sobre la amígdala.
Este “órgano” constituido de sus 40.000 neuronas, está además en constante diálogo con nuestro cerebro principal, y disponemos científicamente de un impacto posible en éste por métodos de aprendizaje, lo que prueba su individualidad ante el cerebro principal, contrariamente a nervios que no harían más que transmitir la información.
La importancia de este pequeño cerebro es la más fundamental, puesto que, como acabamos de verlo, hace partido integral de nuestro estímulo emocional que influye sobre nuestro tálamo sensorio (centro de análisis de nuestros cinco sentidos) él mismo que determina a la toma de decisión de la amígdala, desencadenar o no el circuito corto de nuestro cerebro.
Su naturaleza hecha de neuronas y no de nervios, así como su disposición más o menos parabólica en la caja torácica, incitarían pues a pensar que se trata de un órgano de “comunicación” aún ignorado.
Resumen del ensayo titulado: “Por qué creemos”, una explicación para la evolución humana.
¿Por qué creemos?
Creer es la palabra, el concepto que asociamos con aquello que imaginamos que existe pero que no podemos probar, ¿cuantas veces usamos ésta palabra todos los días?. Creemos en cuestiones de orden divino pero también lo hacemos respecto de aquellas cosas de las cuales estamos “casi” seguros y que abarcan todo tipo de cosas y situaciones cotidianas. Separar las creencias según su trascendencia o grado de probabilidad es algo que hacemos casi automáticamente. Entendemos que aquellas creencias relacionadas con la fe tienen un valor, una importancia distinta respecto de aquellas que representan una opinión de la cual no estamos tan seguros, también son diferentes de las que nos motivan a hacer algo; creo que puedo hacerlo, etc. La pregunta entonces es: ¿qué tan distintas son las diferentes creencias?
Richard Dawkins, biólogo evolutivo, profesor de zoología y de divulgación científica de la Universidad de Oxford, ha dicho que; “Los Darwinianos que buscan el valor de supervivencia de la religión se están haciendo la pregunta equivocada. En cambio, nos debemos centrar en algo en la evolución de nuestros antecesores que no hubiera sido reconocido como religión, pero que está listo para ser reconocido como tal en el contexto modificado de la sociedad civilizada”. Ciertamente es posible que sea difícil encontrar el valor de supervivencia de las creencias a partir de considerar sólo las religiosas, sin embargo, si ellas las pensamos como parte de un fenómeno aun mayor como lo es el creer en general, entonces es posible que este acto sea justamente ese “algo”, que Dawkins dice que hay que encontrar para explicar las religiones.
Encontrar la razón por la cual creemos, de algún modo explicaría porqué somos como somos, es por ello que la búsqueda de la respuesta correcta es tan importante. Mi propuesta tiene como hipótesis inicial sostener que toda creencia, sin importar su contenido, tiene un mismo origen, todas se basan en un mismo proceso mental que proviene de una capacidad biológica propia de los seres humanos.
Al analizar las creencias se las suele diferenciar por sus contenidos, por su importancia, por las consecuencias sociales, políticas y religiosas que de ellas se puedan derivar, sin embargo estos son todos actos posteriores a la existencia misma de la creencia. Para poder creer cualquier cosa tiene que existir antes una razón, una facultad que nos permita hacerlo, esto es lo que hay que encontrar.
En consecuencia, para mi explicación, el objeto creído es irrelevante puesto que su valor de verdad, su clasificación, será siempre una consecuencia del razonamiento que se haga sobre él una vez que haya sido expresado. Cuando las personas dicen que la creencia en dios es una necesidad humana justificando de este modo la religiosidad, lo que están haciendo es creer dos cosas, primero que existe una necesidad humana y luego que ella se satisface con la creencia en dios. Si bien justificar una creencia con otra es algo habitual, tal argumentación no nos sirve para encontrar la causa primera, el origen de la capacidad de creer, hallar la facultad que nos permite hacerlo nos dará las pistas acerca de la evolución humana, entonces la pregunta que hay que responder es: ¿por qué creemos?.
La respuesta es tan simple como la pregunta, creemos porque somos capaces de imaginar, entendiendo por esta capacidad no sólo la que nos permite unir distintos recuerdos para generar nueva información, sino aquella acción voluntaria por medio de la cual buscamos crear respuestas y soluciones a los más variados problemas.
Cuando imaginamos que algo es posible, estamos dándole un sentido, un propósito a éste acto, podemos decir que dios existe y también que es posible construir una maquina. La diferencia es que para hacer la maquina tenemos que comprobar que las cosas que creímos eran ciertas. Imaginar que algo es posible es exactamente igual que creer.
Imaginar es la acción de mayor libertad que pueda existir, no tiene limites, como así tampoco sus consecuencias. A partir del proceso mental de combinar la información que poseemos, podemos suponer la existencia de lo posible y lo imposible, lo real y lo ficticio. Entonces la pregunta siguiente es: ¿por qué imaginamos?.
Mi respuesta a esta nueva pregunta ya no es tan simple y para responderla propongo una serie de hipótesis, una teoría, con la cual pretendo encontrar los por qué más que los cómo, siempre desde una perspectiva más biológica que filosófica.
El comienzo de la búsqueda se inicia analizando los posibles efectos evolutivos de las creencias, sus razones biológicas, su utilidad en la sobrevivencia. Los efectos de las creencias serán tantos y tan variados como temas abarquen pero, si por un momento nos concentramos en aquellas que han sido imaginadas para obtener soluciones concretas a problemas reales como creer que es posible; construir un arma con piedras, navegar sobre troncos, cultivar las plantas, domesticar animales, etc., nos daremos cuenta de que toda conquista, toda tecnología, es el resultado de haber imaginado que algo era posible, de haber creído. Si esto es así entonces la razón evolutiva es evidente, nos ha servido para aprender a buscar y encontrar formas de sobrevivir en diferentes hábitat.
Imaginar es la capacidad de poder elaborar información nueva a partir de combinar aquella que almacenamos en la memoria como recuerdos, sin embargo para que esto sea posible primero debemos tener una facultad anterior cual es la de asimilar información que podamos recordar, este proceso es el aprendizaje. Luego la pregunta siguiente es: ¿por qué tenemos que aprender?.
Para encontrar la respuesta a esta interrogante debemos remontarnos en el tiempo mucho antes de la aparición de los homínidos, quizás incluso de los primates. Sabemos que muchas especies animales cumplen su ciclo vital de acuerdo a instrucciones instintivas que controlan y regulan todas las actividades de los individuos desde su nacimiento hasta la muerte, como es el caso de las tortugas quienes no necesitan aprender, toda la información que requieren para sobrevivir está en sus genes. En algún momento de la evolución algunas especies comenzaron a complementar esta información genética con el aprendizaje de modo de obtener una ventaja al adaptarse mejor a las variaciones del medio ambiente. Esta capacidad de adquirir información externa para completar el ciclo de vida constituye una especialización que no ha sido reconocida como tal. El órgano involucrado en este proceso es el cerebro cuya evolución es la que permite alcanzar cada vez mayores grados de dependencia de la información aprendida. Esta dependencia se realiza a costa de perder información genética, es decir para poder almacenar en el cerebro la información aprendida se le resta espacio a la que ocupaba la instintiva, de este modo se produce un circulo “vicioso”, mientras más información aprendida menos instintiva, y mientras menos conductas instintivas más aprendizaje será necesario. Desde luego nunca terminan por desaparecer las conductas instintivas, muchas de ellas sólo disminuyen, así pues en definitiva es el crecimiento del cerebro el que permite mayor capacidad de aprendizaje.
Ésta especialización en el aprendizaje alcanzó finalmente en los homínidos su máxima expresión y esto gracias a que, por su constitución morfológica, pudieron sacarle más provecho que otras especies que también han utilizado el aprendizaje en su preparación para la supervivencia.
Como consecuencia de todo lo anterior, algunas especies de homínidos ante la perdida de especialización genética en el hábitat boscoso, que los hizo menos competitivos, y el aumento de la capacidad para aprender, se vieron forzados a ir dejando gradualmente el bosque para ocupar la sabana. En conclusión la posición erguida sería sólo una consecuencia y no una causa del cambio de hábitat. Por otra parte sería justamente la capacidad de aprender su mayor ventaja para ocupar tanto la sabana como otros múltiples ambientes en el proceso de desarrollo del conocimiento.
La dependencia del aprendizaje para la sobrevivencia es sin duda alguna una especialización, tanto es así que no existe ser humano alguno que pueda sobrevivir sin aprender. Hemos estado mirando las cosas al revés, si bien el aprendizaje se da en un contexto social, no es una función social. El aprendizaje es por sobre todas las cosas una herramienta de supervivencia que hace uso de la información externa a los individuos para resolver con los medios disponibles las formas de subsistir.
En conclusión, las sociedades y las culturas son las resultantes de las relaciones que permiten las distintas formas de supervivencia obtenidas mediante el aprendizaje. Así pues hablamos de una cultura agrícola, industrial, etc.
El proceso de selección en la especie humana se da en el contexto de su especialización, así pues aquellas culturas que mediante el aprendizaje obtienen ventajas por sobre otras con menos conocimientos terminan por imponerse, ya sea de forma paulatina o violenta, por una razón u otra. Sin considerar ningún juicio de valor, podemos afirmar que la historia humana es el recuento de los procesos de conquista de unas culturas por otras con mayores conocimientos. Todos los seres humanos actuales somos descendientes de una larga cadena de sobrevivientes a algún tipo de conquista, y la sobrevivencia es siempre el resultado exitoso de la evolución.
En conclusión, el largo camino de los antepasados de los seres humanos actuales, habría comenzado con la especialización en el aprendizaje como método de supervivencia. Este proceso, potenciado por las ventajas de su constitución morfológica, los habría llevado a depender crecientemente de la información aprendida, y a la perdida gradual de funciones instintivas. La información que nos ha permitido sobrevivir y prosperar es aquella que hemos obtenido a través de un largo proceso de ensayo y error, esto no significa que sea la correcta, la verdadera, y ni siquiera la mejor, sólo ha sido la que ha resultado útil para que pueda existir la población actual.
Se denomina obsolescencia programada u obsolescencia planificada a la determinación, planificación o programación del fin de la vida útil de un producto o servicio de modo que este se torneobsoleto, no funcional, inútil o inservible tras un período de tiempo calculado de antemano, por el fabricante o empresa de servicios, durante la fase de diseño de dicho producto o servicio.
Consecuencias
La obsolescencia programada tiene un potencial considerable y cuantificable para beneficiar al fabricante dado que el producto va a fallar en algún momento, obligando al consumidor a que adquiera otro producto nuevamente, ya sea del mismo productor (mediante la adquisición de una parte para reemplazar y arreglar el viejo producto o mediante la compra de un modelo del mismo más nuevo), o de un competidor, factor decisivo que también se prevé en el proceso de obsolescencia programada.
Para la industria, la obsolescencia programada estimula positivamente la demanda al alentar a los consumidores a comprar de forma artificialmente acelerada nuevos productos si desean seguir utilizándolos. La obsolescencia programada se utiliza en una alta diversidad de productos. Existe el riesgo de una reacción adversa por parte de los consumidores al descubrir que el fabricante invirtió en diseñar que su producto se volviese obsoleto más rápidamente, haciendo que sus consumidores cambien a la competencia, basando su elección en la durabilidad y calidad del producto.
Obsolescencia programada y producción
La obsolescencia programada fue desarrollada por primera vez entre 1920 y 1930, momento en el que la producción en masa empieza a forjar un nuevo modelo de mercado en el cual el análisis detallado de cada parte del mismo pasa a ser un factor fundamental para lograr su éxito.
La elección de fabricar productos que se vuelvan obsoletos de manera premeditada puede influir enormemente en la decisión de cierta empresa sobre su arquitectura interna de producción. Así, la compañía tiene que sopesar si utilizar componentes tecnológicos más baratos satisface o no la proyección de vida útil que estén interesados en darle a sus productos. Estas decisiones forman parte de una disciplina conocida como ingeniería del valor.
Detección
El objetivo de la obsolescencia programada es el lucro económico inmediato, por lo que el cuidado y respeto del aire, agua, medio ambiente y por ende el ser humano, pasa a un segundo plano de prioridades. Cada producto que se vuelve obsoleto, supone contaminación. Es un evidente problema del actual sistema de producción y económico: no se ajusta en absoluto a la armonía y equilibrio de la naturaleza en la que vivimos.
Existe otro tipo de obsolescencia: aquella que vuelve obsoleto a un bien de consumo porque ha dejado de estar de moda. Por ejemplo los colores, formas y materiales de la ropa que hablan sobre la temporada en la que fueron adquiridos. Esta forma de obsolescencia puede ser aplicada a cualquier bien.
Procedimiento y problema medioambiental
El procedimiento suele ser el siguiente: Uno de los aparatos electrónicos de uso habitual falla y cuando el dueño lo lleva a reparar, en el servicio técnico le dicen que le sale más rentable comprarse uno nuevo que arreglarlo. Usualmente, el precio de la mano de obra, las piezas estropeadas y el montaje suele costar un poco menos que adquirir uno nuevo, por ello normalmente el usuario suele desechar el producto averiado y comprarse uno nuevo. El problema se basa en la gran cantidad de residuos que se originan actualmente al realizarse este fenómeno una y otra vez, cada día, en todo el mundo.
Somos casi 6.500 millones de habitantes en este planeta, y el número sigue creciendo, ya que hay un aumento poblacional de 210.000 personas por día. Lo difícil es que producimos 1 kg de basura diaria, por lo que se general alrededor del mundo 6.500.000 toneladas de desechos en tan sólo un día. De éstos un amplio número de residuos no son biodegradables y el tiempo que transcurre hasta que podemos hablar de una descomposición al menos parcial puede ser muy prolongado, además de que muchas veces los residuos son altamente contaminantes; lo que infiere tanto en la permanencia de la madre naturaleza como en la salud de sus habitantes.
Los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) contienen materiales que pueden ser recuperados, evitando la explotación de nuevos recursos naturales, y otras que pueden ser contaminantes, de manera que, si no son tratadas adecuadamente, pueden resultar dañinas para el medio ambiente. Los elementos electrónicos de los que estamos hablando contienen materiales tan contaminantes como el plástico, polipropileno, baterías de plomo, etc. El plástico son las más rebeldes a la hora de transformarse de 100 a 1.000 años. Al aire libre pierde su tonicidad, se fragmenta y se dispersa. Enterrado, duran más. La mayoría está hecho de tereftalato de polietileno (PETE), un material duro de roer: los microorganismos no tienen mecanismos para atacarlos. El polipropileno tarda 1.000 años en descomponerse, contamina menos que el poliestireno pero también tarda. El plástico queda reducido a moléculas sintéticas; invisibles pero siempre presentes.
Una de las partes más preocupantes son las baterías de plomo, un invento que remonta a 1889, que representa un grave peligro para el ser humano y para el medio ambiente debido a su elevado contenido en plomo. Respirar el polvo o las emanaciones de vapor del plomo puede provocar graves perturbaciones para la salud, incluida la muerte, además de perjudicar el medio ambiente, advierte el PNUMA (Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente). Según los cálculos del PNUMA, de los 2,5 millones de toneladas de plomo que se producen anualmente en todo el mundo, tres cuartas partes sirven para la fabricación de baterías que se utilizan en los automóviles, los teléfonos y computadoras portátiles o en las industrias.
Llega un momento en la vida en que finalmente se logra...Cuando, en medio de todos nuestros temores y locura, uno para en seco donde sea que se encuentre y desde algún lugar de nuestra cabeza, una voz interior exclama BASTA!!!
Basta de luchar y llorar o esforzarse para aferrarse. Y, como un chico que se apacigua despues de un berrinche insensato, el sollozo comienza a calmarse, una o dos veces nos atraviesa un estremecimiento, uno deja de lagrimear y empieza a mirar el mundo con una mirada nueva.
Es el despertar de UNO.
Nos damos cuenta de que es hora de dejar de esperar que algo cambie... o de tener la expectativa de que la felicidad, la tranquilidad y la seguridad aparezcan galopando por la silueta del proximo horizonte.
Uno llega a un acuerdo con el hecho de que no es ni el PRINCIPE ENCANTADO ni LA CENICIENTA y de que en el mundo real no siempre existen finales felices (o, para el caso, comienzos) y que cualquier garantía de "y vivieron felices para siempre" debe comenzar con uno... y en el proceso, a partir de la ACEPTACION, nace una sensacion de serenidad.
Uno despierta al hecho de que no es perfecto y que no todos siempre nos amarán, apreciarán o aprobarán quienes o como seamos....... y que eso está bien. Ellos tienen derecho a sus propios puntos de vista y opiniones.
Y uno aprende la importancia de amarse y protegerse..... y en el proceso, a partir de la AUTO-APROBACION, nace una sensación de haber encontrado una nueva confianza.
Uno deja de quejarse y de culpar a otros por lo que nos hicieron (o no hicieron) y se aprende que lo inesperado es lo único de lo que podemos depender realmente.
Se aprende que la gente no siempre expresa lo que quiere decir o quiere decir lo que expresa y que no todos van a estar ahí para uno y que no siempre se trata de uno.
Así que, uno aprende a pararse solo y a hacerse cargo de sí mismo... y en el proceso, a partir de la AUTO-CONFIANZA nace una sensación de tranquilidad y seguridad.
Uno deja de juzgar y de señalar con el dedo y comienza a aceptar a los demás tal como son y a pasar por alto sus defectos y debilidades... y en el proceso, a partir del PERDON, nace una sensación de paz y de satisfaccion.
Uno se da cuenta de que gran parte de como uno se ve a sí mismo y al mundo circundante, es producto de todos los mensajes y opiniones con que han impregnado nuestra psiquis.
Y uno empieza a revisar toda la basura con la que nos alimentamos acerca de cómo comportarse, qué apariencia tener, cuál es el peso ideal, qué ropa usar, cómo ganarse la vida, cuánto dinero ganar, qué auto manejar, cómo y dónde vivir, con quién casarse, la importancia de tener y criar hijos, y que les debemos a nuestros padres, parientes y amigos.
Uno aprende a abrirse a mundos nuevos y puntos de vista distintos. Y uno comienza a revalorizar y redefinir quién es y qué representa realmente.Uno aprende la diferencia entre QUERER y NECESITAR y empieza a descartar doctrinas y valores que nos quedan chicos, o a los que no tendríamos que haber adherido desde el vamos... y en el proceso uno aprende a dejarse llevar por el instinto.
Uno aprende que es verdaderamente DANDO como RECIBIMOS. Y que existe poder y gloria al crear y contribuir y dejamos de manejarnos por la vida como meros "consumidores" buscando nuestra próxima dosis.
Uno aprende que principios tales como: honestidad e integridad no son ideales anticuados pertenecientes a una era ya pasada sino la argamasa que sostiene los cimientos sobre los que debemos construir UNA VIDA.
Uno aprende que no sabe todo, que no es la tarea de uno salvar al mundo y que no se puede enseñar a cantar a un chancho.
Uno aprende a distinguir la culpa de la responsabilidad y la importancia de poner límites y aprender a decir NO.
Uno aprende que la única cruz a cargar es la que UNO ELIJA y que a los mártires se los quema en la hoguera.
Entonces uno aprende acerca del AMOR. Cómo AMAR, cuánto DAR en el amor, cuándo DEJAR DE DAR y cuándo ALEJARSE. Uno aprende a ver las relaciones como realmente son y no como nos gustaría que fueran.
Uno deja de intentar CONTROLAR a las personas, las situaciones y los resultados. Y uno aprende que estar SOLO no significa SENTIRSE SOLO.
Uno deja también de esforzarse por soslayar los sentimientos, de apaciguar las cosas y de ignorar las necesidades.
Uno aprende que esta bien sentirse con DERECHOS... y que es su derecho querer cosas y pedir lo que se quiere......y que a veces es necesario exigir.
Uno llega a darse cuenta de que merece ser tratado con AMOR, AMABILIDAD, SENSIBILIDAD Y RESPETO y que no se conformará con menos.
Y uno aprende que nuestro cuerpo es realmente nuestro TEMPLO. Y empezamos a cuidarlo y tratarlo con respeto. Uno empieza a ingerir una dieta balanceada, a tomar más agua y a dedicarle mas tiempo al ejercicio.
Uno aprende que el estar cansado abastece de dudas, temores e incertidumbres y entonces uno dedica mas tiempo al descanso.Y, así como el alimento abastece al cuerpo, la RISA abastece nuestra ALMA. Así que uno dedica más tiempo a reir y jugar.
Uno aprende que, en gran medida, en la vida se logra lo que uno cree que merece......y que gran parte de la vida es verdaderamente una profecía que se AUTO-CUMPLE.
Uno aprende que vale la pena esforzarse por aquello que valga la pena lograr y que desear que algo suceda es distinto que esforzarse para que suceda. Más importante, uno aprende que para lograr el éxito se necesita DIRECCION, DISCIPLINA Y PERSEVERANCIA.
Uno aprende tambien que nadie puede hacerlo SOLO......y que está bien arriesgarse a pedir AYUDA.
Uno aprende que a lo único que verdaderamente debemos temerle es al peor mafioso de todos: el MIEDO en uno mismo.
Uno aprende a enfrentar y atravesar los miedos porque sabe que, pase lo que pase, uno puede manejarlo y ceder al miedo equivale a regalar el derecho de VIVIR la VIDA según nuestras propias condiciones.
Y uno aprende a pelear por su vida y a no derrocharla VIVIENDO bajo la nube de un destino amenazante.
Uno aprende que la vida no siempre es justa, no siempre se consigue lo que uno considera que merece y que a veces pasan cosas malas a personas buenas, INOCENTES. En estas ocasiones uno aprende a no PERSONALIZAR las cosas.
Uno aprende que DIOS no nos esta castigando o desoyendo nuestras oraciones. Solo se trata de la VIDA ACONTECIENDO.
Y uno aprende a vérselas con el demonio en su estado más primitivo: EL EGO.
Uno aprende que sentimientos negativos como la IRA, la ENVIDIA y el RESENTIMIENTO deben comprenderse y redireccionarse o SOFOCARAN la vida que hay en NOSOTROS y envenenarán el mundo circundante.
Uno aprende a reconocer cuándo está equivocado y a construir puentes en lugar de paredes.
Uno aprende a ser agradecido y a disfrutar las numerosas COSAS SIMPLES que damos por DESCONTADAS, cosas con las que millones de personas en la tierra tan solo pueden soñar: una heladera LLENA, AGUA potable, una CAMA blanda y abrigada, una larga DUCHA caliente.
Lentamente, uno comienza a asumir RESPONSABILIDAD por y PARA SI MISMO y uno se promete no TRAICIONARSE nunca y no CONTENTARSE nunca más con lo que no satisfaga el deseo de nuestro CORAZON.
Y uno cuelga un carillón en la ventana para poder escuchar el VIENTO.
Y uno se propone seguir SONRIENDO, seguir CONFIANDO y mantenerse ABIERTO a toda POSIBILIDAD MARAVILLOSA.
Finalmente, con valentia en nuestro CORAZON Y DIOS a nuestro lado, nos DETENEMOS, hacemos una inspiracion profunda, y comenzamos a DISEÑAR LA VIDA QUE QUEREMOS............COMO MEJOR PODAMOS...
Michael Joorgian es el director de la película El Cambio (con título original inglés The Shift), cuyo protagonista principal es el Dr. Wayne Dyer y en la cual se relata de una forma muy humana sus ideas sobre el sentido de la vida, las relaciones entre las personas y la siempre presente posibilidad de que todo puede adquirir un significado.
Es una propuesta para volver a descubrir nuestro verdadero yo, nuestro propósito y la vida con sentido que es nuestra verdadera vocación.
Originalmente la película fue titulada De la Ambición al Significado (Ambition to Meaning).
El Dr. Dyer explora el viaje espiritual que hacemos en la segunda mitad de nuestra vida; cuando buscamos un propósito que dé sentido a nuestra existencia y en el que aportamos una contribución única ypersonal al mundo.
Toda la vida hemos seguido el camino del ego; marcado por la ambición; la competencia y el esfuerzo. Cuando llega la madurez; es habitual encontrarse atrapado en un callejón sin salida. Al igual que un cambio en el viento o en la marea; el anhelo que sentimos en la mediana edad es una llamada a la renovación.
En esta película Wayne W. Dyer explora el viaje espiritual de la ambición al significado, mostrando el poderoso cambio de constuir en base al ego, lo que nos han enseñado desde edad temprana nuestros padres- de acuerdo a una sociedad que promueve el logro y la acumulación - en contraste con una vida basada en el significado, centrada en el servicio y en el dar.
Con las historias entrelazadas de un hombre de negocios, de una madre de dos hijos que busca su propia expresión en el mundo, y de un director que intenta hacerse un nombre, esta película entretenida no sólo inspira, sino que también nos enseña cómo crear una vida llena de significado y de propósito.
Algo personal y cotidiano me incita a escribir sobre el mundo de la televisión. Me siento impotente cuando mis hijas encienden sistemáticamente, día a día, el receptor, ese decodificador de señales electrónico que les absorbe el tiempo libre, les quita tiempo para sus juegos, imprescindibles para el desarrollo de su personalidad, y anula por completo su imaginación creativa, vamos, más o menos, lo mismo que está sucediendo con otros millones de niños, la televisión les está expropiando su misma infancia. La era tecnológica ha inaugurado la cultura a domicilio, el circo a domicilio. La televisión no es dominio de los Estados, es, más bien, dominio de mercaderes y charlatanes, es dominio de la estructura fetichista de la mercancía, es un monstruo que se nutre de los cerebros de los televidentes, y los nutre a un mismo tiempo, creando alrededor del espectáculo un universo de hombres-masa y hombres unidimensionales, un monstruo cuyos tentáculos crecen y crecen sin parar. La televisión es enemiga irreconciliable de la razón, de la inteligencia y del pensamiento, es igualmente enemiga del goce estético. Llena la vida de sucedáneos y de placebos, manipula las emociones humanas y apela a los instintos más rudimentarios con ánimos mercantiles. La televisión ha resultado ser un medio de cretinización de masas, y esta no es una mera figura retórica, es que la televisión nos está haciendo cada vez menos inteligentes, está empezando por anular en los niños las facultades de representación simbólica y de abstracción, está devorando el tiempo libre que debiera dedicarse a la lectura y al enriquecimiento del intelecto para empobrecer la mente de forma atroz. Los cerebros de las generaciones post-televisivas están perdiendo facultades, facultades de simbolización y representación. Hasta ahora la mutación ha sido simplemente cultural aunque, ¿quién sabe? ¿Quién puede negar que en el futuro un cambio genético haga prescindir a la humanidad de unas facultades que hace tiempo ya dejó de usar?.
DE LA CULTURA DE MASAS TRADICIONAL A LA CULTURA DE MASAS ELECTRÓNICA
Se puede entender por cultura de masas el complejo de normas, creencias, costumbres, tradiciones, arte , literatura, tradición, folklore, que todo un pueblo ha ido incorporando y aglutinando en torno a sí a lo largo del tiempo a través de la tradición. Las vías tradicionales de su reproducción han sido siempre las mismas, la tradición oral, la creación espontánea y la incorporación de otras culturas. Sus ámbitos de eficacia han ido variando según la extensión (territorial y personal) del grupo social base, aunque siempre se ha ido reproduciendo en un ámbito restringido, sobre unos cuantos municipios. Dichos grupos sociales fueron auténticos cuerpos con memoria y sentido de sí mismos: bailes, canciones, costumbres se alternaban con los ciclos agrícolas. La religión intervenía como un marcador de tiempos, era el reloj biológico (bioclimático y biosocial) de la comunidad.
Existe algo así como una sabiduría popular, intuitiva y no sistemática, empírica y no teórica, concreta y no abstracta, y a su vez profundamente formalista y ritualista. Los pueblos tradicionales son pueblos sin historia, alaban a los ancianos y a los antepasados, depositarios de sus conocimientos y tradiciones.
EL MEDIO: TRANSMISIÓN DE INFORMACIÓN VISUAL Y REGRESIÓN DEL INTELECTO
El concepto de humanidad no incluye exclusivamente a nuestra especie desnuda. El sentido que doy al término humanidad abarca la herramienta y la técnica como elementos constitutivos del hombre, elementos que, en determinado contexto, han dirigido su evolución biológica, le han imprimido un sentido de marcha específico. El hombre hizo el hacha y el hacha hizo al hombre, el hombre hizo el fuego y el fuego hizo al hombre... hasta que el hombre hizo la televisión. La televisión está haciendo al hombre de nuestros días. Ese sucedáneo de la soledad ha empezado a sustituir a las familias, ha empezado a convertirse en educador de niños pequeños, los está haciendo, tal y como reza el dicho bíblico, a su imagen y semejanza.
Se puede pensar en la televisión como en un simple medio, un mero instrumento de información que, dependiendo de cómo se instrumentalice, puede repercutir sobre la sociedad en uno o en otro sentido. Bajo esta perspectiva, lo cuestionable no puede ser el medio como tal, sino los contenidos o mensajes que se le hace transmitir. Si todo fuera así de simple no habría ningún inconveniente en atribuir a la televisión el mismo estatuto que en su momento tuvo la imprenta o la radio, como medios transmisores de mensajes, códigos y símbolos: los tiranos y dictadores se habrían servido de ella, igual que de prensa e imprenta, como medio de propaganda política, los ilustradores y liberadores, a la inversa, darían a la libertad de prensa un contenido radicalmente distinto. Pero la cuestión no es así de simple. El problema de fondo de la televisión reside fundamentalmente en el medio, más que en el mensaje. El punto está en que el medio determina asimismo el mensaje, el mensaje es el medio (Mac Luhan).
A grandes rasgos, la tesis defendida por Giovanni Sartori que se refiere a las consecuencias generadas por el medio televisivo en la naturaleza humana las considero bastante aceptables. El politólogo italiano estima que la cultura de las imágenes ha hecho retroceder la cultura de los símbolos, que se encuentran en la base misma de las facultades del intelecto: la abstracción y el discernimiento. De homo sapiens o animal simbólico se habría retrocedido a homo videns o animal visual. El primer riesgo que acecha este tipo de transmisión atañería directamente al proceso de socialización del niño. En la medida en que la televisión se ha ido convirtiendo en sustituto de las familias, el niño (el video-niño, en su formulación) lo primero que ve, antes de aprender a hablar, es la televisión. Ello acarrearía unas consecuencias fatales por cuanto que lo que supone restringir enormemente las posibilidades de percepción y representación simbólica. El problema de fondo reside en que el medio visual subordina las palabras a las imágenes dificultando de camino el proceso intelectual de simbolización, a saber: la formación de imágenes mentales a partir de las palabras o de la escritura. En suma, la televisión nos hace menos inteligentes, inhibe el desarrollo del área cerebral destinada a la integración de sonidos y símbolos, nos sumerge en una regresión intelectual de consecuencias hasta ahora desconocidas e imprevisibles para nuestra especie.
Las generaciones que se han formado al abrigo de la televisión nos pueden servir como ejemplo paradigmático, bastante elocuente por cierto, a la hora de ilustrar la incidencia que ha tenido este medio de difusión así como para comprender como se ha configurado una juventud que destaca por una aversión patológica a servirse de cualquier medio oral o escrito. El mundo de la imagen ha marcado a los jóvenes en el sentido de hacerles incapaces de comprender, abstraer y discernir símbolos. El vocabulario de la juventud es aterradoramente reducido, las palabras se van perdiendo poco a poco, su falta de interacción con los símbolos hace que se pierdan también los conceptos, y el lenguaje se resiente de ello. Se ha creado entre los jóvenes de las generaciones televisivas un argot, un seudo-lenguaje enormemente empobrecido apropiado a ese mundo de visualizaciones. Para los jóvenes modelados en la era de la televisión y los multimedia un libro que no sea de comics, una conferencia o un debate es un rollo, y es que solo han podido desarrollar la mínima capacidad necesaria para ver imágenes y oír música, es decir, la imprescindible para ser receptores pasivos de imágenes y sonidos que no tengan que esforzarse en interpretar. El videoclip (el video musical) es la suma forma de expresión de imágenes y sonidos destinados a los cerebros de quienes no ejercitan el cerebro. Su mundo se restringe al que venden los medios, sus héroes (colgados en gigantescos posters en las paredes de sus dormitorios) son los ídolos del fútbol, los ídolos de la canción y los ídolos del cine. La televisión amenaza con formar cada vez más y más generaciones de retrasados mentales.
Vemos a través de, oímos a través de, y a medida que nos hacen ver y nos impiden imaginar, estimular nuestra capacidad de representación simbólica, nuestras facultades de abstracción. Ninguna película, por buena que esta sea, suplanta a una buena novela. Se me podrá objetar, y con bastante razón por cierto, que a través de la novela también leemos lo que otros escriben, nos metemos, por decirlo de algún modo, en su mente. Es cierto, pero en la operación hemos eliminado la mediación sensorial directa y hemos activado al máximo las válvulas de la imaginación creativa, a la historia le hemos dado nuestra propia luz, nuestros propios paisajes, los personajes son exclusivos, los intuimos y los imaginamos y no los trasladamos de novela a novela tal y como pasa con el cine, donde un mismo actor puede interpretar historias diferentes en películas diferentes. En el cine la película se ha de acomodar muchas veces a sus actores-personajes. En la novela los personajes se someten en todo momento a su estructura narrativa. La poli-sensorialidad del mundo cinematográfico y televisivo tiene como efecto construir realidades paralelas capaces de apropiarse del medio de realidad circundante. Es un gran depredador: lo primero que devora son las inteligencias y la capacidad racional de discernimiento del espectador. Lo podemos comprobar con ocasión del visionado de películas de cine cuyo guión ha sido adaptado de una novela. El que haya leído la novela antes de ver la película se quedará decepcionado por su esquematismo, por la plasmación cinematográfica como personajes planos y unidimensionales de los que en la novela eran presentados como seres complejos y contradictorios, echará de menos la reflexión intimista, ética o filosófica que aparece en el libro, sus ricos matices, etc. El cine lo destierra todo de un plumazo. En cambio, para aquel que haya procedido a la inversa, que haya visto primero la película y después leído la novela, en la mayoría de los casos no la podrá acabar, le parecerá plúmbea e insoportable, echará de menos la acción desarrollada en el cine, le resultará imposible medirla con su referente visual, etc. ¿Qué es lo que ha sucedido? Quien ve la historia a través del medio simbólico, del libro, ha gozado de ella intelectualmente, ha abierto las facultades de su intelecto, ha desarrollado su capacidad de representación. Sin embargo, el que ha partido del medio visual ha supeditado la estructura narrativa a las imágenes, ha anulado su capacidad de percepción y representación simbólica, se ha dejado bombardear por una sucesión de secuencias, de imágenes y de personajes presentados, no representados.
Merece un trato aparte la programación infantil. No es mi intención entrar aquí en los manidos tópicos sobre la violencia de la programación infantil, de la que algo comentaré más adelante, sino en algo que a mi juicio es bastante más relevante, que se refiere sobre todo a las consecuencias de los dibujos animados en la socialización del niño. Los dibujos animados han desplazado (aunque no del todo, afortunadamente) al libro de cuentos con caracteres gráficos, al comic o al tebeo. Su impacto sobre la imaginación en el niño es decisivo. Un dibujo plasmado en un libro de cuentos posibilita que el niño ponga el movimiento las imágenes y ponga sonido a las palabras con su propia imaginación. Incluso un cuento narrado por los padres es infinitamente más creativo para el niño que todos los dibujos animados juntos, aunque, los padres, por cansancio o por comodidad, prefiramos ponerlos a ver la tele para que así nos dejen tranquilos. La tecnología, muchas veces, sobre todo cuando lo que hay detrás de ella es el negocio y no los intereses reales del consumidor, es nociva. El proceso de socialización del niño es siempre auto-interactivo, los mecanismos de proyección e identificación, imprescindibles para la formación de su personalidad, se activan preferiblemente con los juguetes más rudimentarios. Una muñeca que habla, anda y llora impide que el niño o la niña hablen a través de esa muñeca, que dialoguen con ella, que intercambien papeles, en definitiva, que jueguen. Un coche a pilas que se mueve solo convierte al niño en un espectador más que en un jugador (el niño juega mejor cuando es él quien imita el sonido al coche, lo mueve por las curvas y lo lanza con la mano) .
EL ESCENARIO: ESTRUCTURA DE LA TELE-DEPENDENCIA
La tecnología ha hecho un descubrimiento revolucionario, ha reemplazado la tradición y el acervo popular como mecanismo de transmisión y ha acelerado los tiempos de transmisión de información y transmisión de señales y símbolos de contenidos a una velocidad de vértigo. El anciano de antes, antiguo transmisor de saberes, cuentos y canciones a la comunidad ha perdido su papel y hoy, se sienta ante la televisión para no aburrirse. Su antigua actividad se ha visto trastocada hoy en su actual pasividad. En realidad, esta ventana electrónica, ese continuo chorro de electrones, somete y sujeta a todos, hombres, mujeres, ancianos y niños, a un bombardeo despiadado de imágenes visuales. El éter mundial se ha visto invadido de pronto por ondas hertzianas multi y poli-expansivas para depositarse en esos artefactos metálicos (los pabellones auditivos de ese tipo de ondas) que por miles de millones jalonan los tejados de las casas, edificios y rascacielos de todo el mundo para bajar inmediatamente a esos receptores que orientan, al igual que la Meca en la posición en la oración y en el enterramiento, la distribución en las salas, salitas y salones de mesas de camilla, sofás, sillas, estanterías y restante mobiliario. Para ver cine no hace falta ir a la calle, para ver un espectáculo no hace falta ir al teatro, para conocer las noticias no hace falta comprar el periódico,
Es la primera vez en la historia en que un artilugio con imagen y sonido ha llegado a invadir la vida cotidiana hasta ese punto La televisión nos conecta con el mundo, pero, ¿con qué otro mundo nos conecta que no sea el de la propia televisión? ¿quién la alimenta?, ¿cómo se alimenta?, ¿de qué se alimenta? Para empezar, la televisión encierra nuestros ojos en otro ojo, encierra nuestros oídos en otro oído.
La televisión que, en un alto porcentaje de su programación se configura como un instrumento puesto al servicio de la diversión y el entretenimiento, y por tal motivo tiene como efecto anular los elementos activos que entraña toda diversión y entretenimiento. En primer lugar, construye una barrera infranqueable entre el transmisor y el receptor, entre el activo interviniente y el espectador-televidente, siempre sujeto pasivo, nunca interactivo. Convierte al país entero en un gigantesco anfiteatro virtual con todos los oídos metálicos orientados en dirección a la fuente de propagación de las ondas electromagnéticas, transforma las salitas de las viviendas en palcos de butacas orientadas hacia ese escenario virtual, un decodificador de señales electrónico, un artilugio tan extraño y sorprendente como familiar a un mismo tiempo. El espectáculo de este gigantesco anfiteatro, hijo directo del circo romano, nunca se suspende, su sesión es contínua, los espectadores apagan y se van pero siempre vuelven a sus butacas, unos se van y otros vienen; cuando se van los esposos se incorporan las mujeres y cuando se van estas se agregan los niños. Nunca se apaga, mientras unos están en el trabajo, otros en las compras y otros en el colegio lo encienden los ancianos y los pensionistas. Hace tan solo unas décadas nadie hubiera soñado con la existencia de un aparato con tal capacidad de aproximar imágenes y sonidos, hasta el mismo santuario familiar. Estadistas de todas las épocas hubieran soñado con detentar tamaño artefacto de control ideológico: sin necesidad de llenar plazas y calles de público, de construir escenarios con los pesados equipos de megafonía y sin guardaespaldas y servicios de seguridad se hacía posible establecer un contacto directo entre el estadista y el súbdito. Pero antes de los estadistas ya estaban los comerciantes e industriales puestos en cola para convertir al televidente en consumidor a distancia, pagando a precio de oro el segundo de retransmisión, y para mostrarles, en un montaje mentiroso de veinte segundos, la singularidad de su mercancía. Inauguraron, de algún modo, el mundo de la televisión. La mediación electrónica empezó a mostrar durante los años cincuentas sus gigantescas posibilidades y cayó, herida de muerte, su primera víctima: la cultura tradicional y sus consecutivos mecanismos de transmisión.
El pensamiento y la reflexión están fuera de este mundo, más bien están de sobra. De pronto nos vemos sumergidos en un mundo de reflejos acondicionados, y es que los televidentes son para la programación de televisión lo que el perro de Pavlov es a la investigación de los reflejos. El espectador-televidente no ve la televisión, es más bien visto por esta, es configurado, creado y hecho a la medida de las necesidades del televisor. La televisión distribuye su tiempo y su espacio vital, organiza su vivienda, la hora de la comida y de la cena (todavía me acuerdo de cuando la televisión franquista se encargaba de mandar a los niños a la cama). La televisión, por sí sola, nos ha devuelto de la era de la razón a la era de la barbarie.
Y mientras tanto la familia pierde el contacto entre sí. Nadie habla a nadie, todos escuchan atentamente al receptor electrónico. Nadie lee, ese electrodoméstico lo impide porque exige monopolizar el ocio, la diversión y el entretenimiento. Los padres se liberan de la tarea de contar cuentos a sus hijos, porque para algo están los dibujos animados. Necesita crear en torno a sí gente aburrida, solitaria y a su vez alérgica a la soledad, que pueda escuchar y no contestar, gente también pasiva, tanto como para escuchar sin pestañear toda la basura que le meten, gente incapaz de pensar por sí misma, pues el receptor lo hace por ella, gente a la que se le cae un libro de las manos al hojear su primera página .
EL MENSAJE: MERCADO Y MANIPULACIÓN DE LA CONDUCTA
La televisión no fue asaltada por el mundo de la política, ni por el Estado ni por la Iglesia, como hubiera podido ser de esperar de los agentes transmisores tradicionales de contenidos ideológicos, sino por el mundo del Capital y del Mercado, su gran financiero a fin de cuentas. El mundo ideológico del artefacto televisivo solo podía girar en torno a la ideología del Capital. ¡el Capital no tiene ideología! Me pueden objetar. Sí que la tiene, un tipo de ideología supeditada a la venta de la mercancía. Por cierto, sus tesis no proceden de la Crítica de la Razón Pura de Kant precisamente, son bastante más elementales y ramplonas: Ariel lava más blanco, la chispa de la vida, Coca Cola, busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo, sabor irresistible, después vienen las colonias y los perfumes que enamoran (que, más o menos, nos ponen a andar a cuatro patas, como perros y gatos, que encuentran el estímulo sexual en las secreciones de las glándulas sexuales), otros que, en un alarde de fetichismo, establecen una relación de identidad entre el cuerpo humano y la mercancía que se quiere vender (Cuerpos Danone, Agua Ligera, ¡me gusta ser mujer ! (es decir, tener puesta una compresa)), y demás mensajes que pueda lanzar ese mundo pervertido de la publicidad Un mundo de imperativos, comparaciones burdas y demostraciones falsas confeccionado, mediante una superposición de rótulos e imágenes en una secuencia de escasos segundos dirigido al subconsciente. No busca la reflexión, busca el impacto y la impresión en el espectador: imágenes rápidas, colores estrambóticos, metamorfosis informatizadas... En ese mundo sensitivo mercantil encaminado a excitar y a penetrar en los instintos más primarios solo pueden caber cuerpos jóvenes de aspecto físico deslumbrante capaces de estimular el consumo de la mercancía a través de la libido. La televisión desecha, exactamente igual que los nazis en los campos de exterminio, a los viejos/as, a los feos/as y a los gordos/as. La publicidad es la mercancía por excelencia de los grandes medios de comunicación de masas, su precio en el mercado oscila dependiendo de los factores que determinan su mayor o menor nivel de visualización (los llamados índices de audiencia), se incrusta en los programas (programa patrocinado por...) y llega el momento en que no es distinguible, en que no se sabe hasta donde llega la publicidad y hasta donde llega el programa-mercancía. Las películas Disney, por ejemplo, son mercancías de arrastre de un sinfín más de otras mercancías: discos compactos, películas de vídeo, muñequitos de goma fabricados en China, colonias, champús, camisetas, mochilas, gorras, toallas, cobertores, cromos, puzzles, caramelos, chicles, cuentos, CD Rom, cajas de música, vasos, tazas, platos, manteles, chupetes, biberones, muebles, etc. Incluso hay películas japonesas, como los Powers Rangers, donde los diseñadores de vestuarios, vehículos espaciales y demás artefactos articulados son también diseñadores de juguetes pareciendo dichas filmaciones, más que otra cosa, anuncios publicitarios de esos que inundan la televisión durante las campañas de navidad.
CINE Y TELECOMEDIAS: Los telefilmes norteamericanos de acción son la versión más elaborada de ese lenguaje manipulador que ha creado la publicidad. Se apela a los instintos más primarios, abundan los estímulos encaminados a facilitar la identificación del público con los protagonistas, buenos, guapos y simpáticos así como a estimular la repulsión hacia sus antagonistas, malos, feos y antipáticos y la vida de receta de cocina, se estimula la visión maniquea de la vida (cuando llegas a una película a la mitad coges perfectamente el hilo de la historia cuando preguntas quienes son los buenos y quienes son los malos), estereotipos por doquier, el reflejo acondicionado de Skinner mediante esas comedietas de serie de media hora de duración que te sirven carcajadas enlatadas como estímulo o para que sepas cuando hay que reírse, o los filmes de terror en los que el tipo de música que ambienta la escena te predispone al miedo, o las insoportables persecuciones de coches de las películas policiacas, o los personajes planos, puros y sin contradicciones de ningún género que las representan, que son inhumanos a fin de cuentas, pues tan inhumanos son sus buenos como sus malos.
LOS FOLLETINES: Después tenemos los folletines y los culebrones que enganchan, que obligan al espectador a estar clavado ante la tele a la hora en que comienza el nuevo episodio. Luego llegan los nudos de la historia, corte y relleno de publicidad por espacio de quince minutos, que se la tiene que tragar no vaya a ser que se pierda la continuación de la historia. ¿Y qué son esas historias? Son las sucesoras audiovisuales de las radionovelas de postguerra, sucedáneos, como el valium contra el aburrimiento y el estrés, cuentos de la cenicienta hechos para adultas sentimental y sexualmente insatisfechas donde hermosas y humildes muchachas de origen desconocido (que casi siempre suelen ser de clase alta) empiezan enamorándose y teniendo un hijo que a lo largo de la historia va pasando de mano en mano como la falsa moneda, saltan de uno a otro obstáculo que le tienden en el camino sus envidiosas madrastras y hermanastras hasta encontrar su verdadero amor, su príncipe encantado, muy noble aunque algo tonto, de nombre compuesto, muy al estilo sudamericano. Al final pasa lo que tiene que pasar, la familia natural se recompone a la par que los postizos y envidiosos pseudo familiares se disuelven, siempre en el antepenúltimo y penúltimo capítulos. Pero los culebrones de producción nacional no se quedan muy atrás. Cierta serie de gran éxito es el exponente de los tópicos clasistas más manidos y repugnantes, el tópico de la familia burguesa madrileña con su chacha andaluza (en realidad es una actriz madrileña parodiando el acento andaluz, que eso si que nos revienta a los que somos andaluces) autoritaria y paternalista para con sus amos, como la esclava/nodriza negra de Lo que el Viento se llevó, con unos currantes que parecen ser oligofrénicos, con sus abuelos en pleno estado de chochez senil, con sus nietos y nietas repelentes y estúpidos, girando todos alrededor de los protagonistas, profesionales de clase media-alta, y después, para que no falte, su moralina familiar.
DIVERSIÓN Y ESPECTÁCULO: El hombre masa de Ortega, el hombre unidimensional de Marcuse son los televidentes idóneos, capaces de tragarse sin rechistar ni protestar Esta Noche Cruzamos el Misisipí o las Crónicas Marcianas, esos Magazines nocturnos donde se esparce basura en tropel, en los que destaca un presentador elegantemente vestido rodeado de su troupe de bufones, donde la deformidad humana se convierte, al igual que en las antiguas atracciones y barracas de feria - afortunadamente hoy (casi) extinguidas, - en objeto de mofa, befa, burla y escarnio. A un señor de muy poca estatura se le coge en brazos, se le disfraza de niño y de otras mil cosas más,. A otro señor, minusválido, se le sube a un coche de diseño estrafalario, lleno de luces intermitentes, etc. Estamos de nuevo en la época del Bombero Torero y del Hombre Elefante, de ese dudoso sentido del humor barroco que veía la deformidad humana como un motivo de hilaridad . Estos programas, nos ofrecen además las intelectuales aportaciones de insoportables chismosos sociales o de señores amanerados que gritan como locas, así como de tipos que arrojan basura al público con un ventilador, de sexólogos/as de vodevil, de ideólogos de bolsillo (que siempre resultan ser los mismos, ¡qué casualidad!) de uno y otro bando que siempre dicen lo mismo debatiendo siempre sobre temas anodinos, donde un público también de bolsillo dice a quien hay que aplaudir y a quien hay que silbar, espectáculo de relleno, salpicado de escándalos, de ex-policías que revelan los entresijos de las páginas de sucesos más morbosas de la actualidad, de extraños politólogos de usar y tirar dedicados a escribir best sellers que no sirven ni como papel higiénico y que desvelan en exclusiva las más oscuras tramas, complots y conspiraciones políticas y, a imagen y semejanza de las técnicas publicitarias, la contínua búsqueda del impacto en el público basándose en el morbo.
Pero aquí tampoco se trata de centrarlo todo en el intelecto y dejar la diversión al margen. Lo que se critica no es la diversión o el entretenimiento al que sirve el medio televisivo, sino el sentido profundamente perverso que ha acabado imprimiendo ese medio a la diversión y al entretenimiento. La televisión suplanta la diversión propia por un género de diversión proyectiva, ajena y por una espontaneidad calculada al milímetro. Los Shows de los graciosos está inmerso en la reproducción del medio televisivo, como la propia auto-parodia que se hace a sí mismo este medio electrónico suplantador del mundo real. Cierto contador de chistes se ha hecho super-famoso, ha impactado decididamente en el público por su abuso de palabras-comodín, de muletillas sin significado, de tics histriónicos, etc., hasta el punto de transmitir su peculiar lenguaje, y el consiguiente deseo de imitarlo, al gran público.
CONCURSOS ¿Y qué me dicen de los concursos? Los concursos: son el buque-insignia de la Televisión. Sus escenarios son siempre similares: azafatas decorativas (mujeres florero) entre bastidores, presentador y presentadora simpáticos y sonrientes de oreja a oreja. Al televidente se le educa en el estímulo auditivo, en la señal de acierto y de error: una sintonía de tres notas en tono creciente apunta el acierto del concursante, otra sintonía de tres o cuatro notas estridentes en tono decreciente avisa del error. Las señales visuales y auditivas de la televisión recuerdan los métodos de adiestramiento y doma de animales con vistas a su exhibición circense. Y es que los concursos televisivos tratan a los humanos de una forma no muy distinta a como lo hicieran los domadores circenses con las focas, los elefantes, los leones o los osos. La estridencia, la intensidad, los tonos, el aplauso, la risa, sustituyen al lenguaje a la hora de señalar la recompensa por el buen comportamiento o el castigo por la torpeza. El mundo del concurso televisivo nos introduce en una faceta de sub-humanización muy próximo a la animalidad pura. Ver a una persona embadurnarse de barro o de pintura, introducirse en una cámara llena de víboras, ratas, tarántulas o escorpiones, o realizar cualquier otra perversidad que puedan idear los equipos de guionistas del programa, para ganar un coche o unos cientos de miles de pesetas, nos da la medida de la altura ética y moral a la que ha llegado el medio televisivo. Vileza por avaricia, indignidad por dinero... ¿hasta ese punto se puede rebajar la dignidad del ser humano? Parece que esa espiral no tiene fronteras. El concurso televisivo nos muestra de una forma atroz que el capitalismo no tiene límites cuando de lo que se trata es de ponerlo todo a la venta, ya sea la dignidad, ya sea la intimidad, ya sea la sensibilidad, ya sean las emociones humanas.. ¿Y qué me dicen de ese otro repugnante programa donde la Televisión hace de alcahueta a domicilio con el fin de intentar reconciliar parejas rotas, donde hablan de interioridades que a nadie tienen por qué interesar?, ¿O de ese otro, no menos repugnante, donde se dan sorpresas a domicilio y en el plató, en directo o en diferido, todo ello acompañado de los llantos, lágrimas y suspiros emocionados de los afectados y, de fondo, el sonido de una melodía sentimental encaminada a dar más realce y emotividad a la escena? ¿Y para qué hablar de ese otro, el Semáforo, donde se ponía a los participantes a hacer el idiota para mayor diversión del público? Es escalofriante ver hasta que punto es posible manipular los sentimientos humanos por dinero. De no existir una firme barrera jurídica y ética social que afortunadamente hoy lo impide, imagino que los programadores de los concursos de televisión no tendrían ningún reparo en poner a prueba la vida de los concursantes por cantidades millonarias ¡todo sea por el negocio! tal y como han planteado ciertas novelas y películas futuristas.
PROGRAMAS DE DEBATE La televisión, por televisar, televisa hasta los debates y coloquios. En cuanto el debete alcanza una cierta profundidad intelectual el moderador corta al contertulio. Como el intelecto es a la televisión lo que el agua al fuego, lo que interesa destacar son los insultos y las descalificaciones personales, incluso la agresión física (que resulta de tanta importancia para el medio televisivo que cuando se produce una la secuencia se repite una y otra vez a lo largo de distintos programas). La televisión quiere, sobre todo, debates ruidosos, contertulios rojos de ira que se gritan los unos a los otros, pero no quiere aportar ideas nuevas ni material de reflexión, todo eso es aburrido y muy poco televisivo (el horror al zapping planea siempre sobre los programadores). Un tipo de debates que gustan mucho a los programadores de televisión son los que enfrentan a científicos, intelectuales y personas cultas con astrólogos, brujos, curanderos y demás charlatanes. No son coloquios creativos ni posibilitan el discernimiento y la reflexión sino más bien todo lo contrario, por eso resultan la mar de televisivos. Los astrólogos y demás charlatanes son seres rudimentarios y primitivos, de escasa educación y menos talento todavía, salvo el imprescindible para camelar a sus clientes.. En cuanto no encuentran respuestas ni argumentos recurren al insulto, a hablar más fuerte para callar al adversario, etc, ante los brazos cruzados del moderador que muestra ante la cámara su sonrisa para dar constancia de la imparcialidad del medio televisivo. Los representantes del bando contrario (que por pura dignidad personal y profesional debieran negarse a participar en ese tipo de debates y ponerse a la altura de esos embaucadores y charlatanes, aunque parece ser que el narcisismo televisivo resulta más poderoso que ninguna otra razón) no pueden argumentar, se lo impiden tanto la televisión (¡hable de forma que lo podamos entender! o ¡no vaya a querer demostrarnos lo mucho que sabe!, les espeta el moderador) como la baja catadura moral del contertulio. Para adornar el debate los palcos se llenan de un público/claque obediente a las consignas de los directores de realización, algunas veces te meten una orquesta y todo para moderar el coloquio, como en cierto programa-basura de Canal Sur Televisión (Aquí se discute, creo que se llamaba). También parecen ser muy televisivos los debates entre feministas-traga-hombres y machistas empedernidos. Al ser un tema que suscita gran visceralidad por situarse en el epicentro del chovinismo personal-sexual de los interlocutores, puede mover grandes audiencias, por mucho que su aportación intelectual sea cero. Los bandos suelen estar bien definidos; por una parte, feministas a las que solo les falta morder y de otro a famosos del mundo del espectáculo destacados no precisamente por su altura intelectual sino por su ideario personal conservador en materia sexual. A la televisión le sobra la opinión de personas que pudieran aportar un mínimo de lucidez al debate o de puntos de vista distintos a los manidos y mascados tópicos de siempre, como pudieran ser los de personas consagradas al estudio de la antropología, de las relaciones sexuales y personales a lo largo de la historia, etc. Así que, con independencia del tema a debatir, la televisión apuesta por la especialidad del debate-murmullo donde los interlocutores se atropellan, se quitan la palabra, gritan y se superponen, debates donde lo importante no es lo que se diga sino el tono con el que se cuenta, con un público dispuesto a aplaudir hasta el entusiasmo las afirmaciones categóricas y sentenciosas.
DIBUJOS ANIMADOS: Si hiciéramos un campeonato de violencia, crueldad y sadismo en los dibujos animados, yo no le daría la Palma a los dibujos japoneses (que, por cierto, son francamente horrorosos) sino a otros bastante más tradicionales, plagados de gatitos, perritos, ratoncitos y conejitos, los producidos por la estadounidense Warner Bross. Estos son y han sido los dibujos animados por excelencia del medio televisivo. Las viñetas del Coyote y el Correcaminos son todo un alarde de violencia, crueldad y sadismo, hechos a base de persecuciones, bombas que estallan cuando se tragan, explosiones de dinamita atada al rabo de la víctima, encadenamientos sobre los raíles del tren, caídas por inmensos precipicios, etc. por no hablar de las historias del gato Silvestre y el canario Piolín, una exaltación de las más refinadas historias del Marqués de Sade..
DOCUMENTALES: Quizá sean los documentales de naturaleza los espacios televisivos más celebrados por el público culto. Pero no por ello dejan de ser televisión. ¿en qué sentido? Nadie que se adentre en una selva con una cámara recoge tantos y tantos detalles como hacen los documentales de animales. Cierto género de documentales faunísticos son los responsables de una visión deformada del mundo. Mucha gente piensa que el continente africano es más o menos un parque zoológico lleno de leones, jirafas, cebras, antílopes, chimpancés y elefantes salpicados por tribus de negros que cantan y bailan alrededor del hechicero. Otros, mezclan la vida de los leones con la de los Masáis, vistos como un elemento más de la fauna local. Los más lamentables de este género son, como siempre, los norteamericanos, que nos narran, en clave de película de biografías aventureras, con pompa y espectáculo, consustancial al medio televisivo, la vida de una morsa, de un oso, de un coyote o de un caimán, desde el mismo momento de su nacimiento. Es todo pura manipulación, al animal en cuestión le ponen nombre y, a medida que transcurre su vida, ve como van sucumbiendo sus congéneres a otros depredadores, como conoce a su pareja, sus crías, etc. No es casual que los animales preferidos para este género, por su espectacularidad, sean los depredadores: los tigres, los leones, las orcas, las águilas, los tiburones, o los cocodrilos, ocupando un puesto preferente los vertebrados superiores. El antropomorfismo hace que se de también preferencia a los documentales sobre la vida de los primates. La vida de las plantas, de las bacterias o de los invertebrados, que ocupan mas del noventa por ciento de la biomasa del planeta, parece que carece de ese interés documentalístico. Existe otro tipo de documentales que, aun pretendiendo dar una apariencia más científica, están también basados en la manipulación del comportamiento animal o de escenas provocadas, el propio David Atenborough lo reconocía así en la presentación de su serie The Trials of Life (La vida a prueba).. Sabemos que Rodríguez de la Fuente usó en más de una ocasión a sus propios lobos para filmar escenas de caza o que una episodio tan espectacular de su serie El Hombre y la Tierra como la del águila real que captura un muflón desde los riscos de la Sierra de Cazorla fueron todo un montaje televisivo. Otras formas de manipulación son las secciones de madrigueras con un cristal para situar bien la cámara y, en general, casi todos los montajes perpetrados por la National Geographic que tan solo persiguen la espectacularidad (los volcanes, los tifones, los maremotos) y el impacto en el público.
INFORMATIVOS: Ese fenómeno al que se le ha dado en llamar sensacionalismo lo podemos considerar como un producto genuino de la sujeción de la información a la lógica de la mercancía. La noticia-mercancía supedita su valor de uso propiamente dicho, la transmisión de la noticia como tal, a la realización de su valor de cambio dentro de un mercado dominado por la competencia. Y es aquí donde la televisión subordina a los restantes medios de comunicación de masas, a la prensa gráfica y escrita fundamentalmente, a una carrera demencial en la que se busca fundamentalmente es el impacto publicitario. La noticia-mercancía toca de muerte la veracidad y objetividad de toda fuente de información. Los llamados tabloides se sienten obligados, incluso, a inventarse la noticia, a crearla. La búsqueda de la exclusiva sitúa a todas las cadenas en el límite de la información y la ficción. Esa competencia desesperada por vender la noticia-mercancía exige maquillar la información, caricaturizarla en sus formas más burdas, impactantes y necrófilas.
Los espacios informativos son la otra preferencia del público culto, lector de periódicos. Pero también han sido previamente televisionados. Información, lo que se dice propiamente información, noticias, tienen realmente poco, un escaso treinta por ciento. El setenta por ciento restante lo ocupa la información deportiva, es decir, noticias referentes al fútbol, considerado de gran interés para la audiencia. Contemplado administrativamente, el fútbol es un deporte más de los que regula y gestiona una pequeña Secretaría de Estado de un pequeño Ministerio (de esos, llamados ministerios decorativos) Las disputas entre entrenadores holandeses y jugadores brasileños o croatas de equipos de fútbol españoles parece que tienen una enorme trascendencia para el país, hasta el punto de provocar un inusitado despliegue de periodistas, cámaras y micrófonos allá a donde esos doctos señores quieran contar cualquier mamarrachada de las suyas: que si no están contentos con el entrenador, que si este no está contento con ellos, atribuyendo el comentarista a cuanto salga por esas bocas una importancia descomunal. La televisión ha encumbrado en la gloria y ha colocado en la galería de personajes ilustres por sus exabruptos públicos (que parecen ser muy televisivos) a auténticos gángsters ligados al mundo del fútbol. Informa sobre fruslerías y vanalidades que no tenían por qué tener ningún interés salvo para el mundo de la televisión. Es capaz de informar sobre los sucesos de Timisoara (Rumanía) destacando unas cifras desorbitantes de víctimas de Ceaucescu, mostrando falsas fosas comunes repletas de cadáveres que en realidad correspondían al desalojo de un cementerio de pobres, en suma, de crear tal atmósfera de intoxicación sobre el tema como para inspirar en el público una sensación de alivio y satisfacción ante el proceso/auto de fe que se organizó contra los Ceaucescu (donde hasta el abogado defensor pedía la pena de muerte), es capaz de situar cormoranes bañados en alquitrán de las costas de Alaska en otro punto geográficamente muy alejado, las costas del Golfo Pérsico. Los trucos de montaje de imagen y sonido resultan muy útiles a este medio, sobre todo cuando este mismo medio ha llegado a tener la consideración de un oráculo del que emanan verdades eternas e inalterables. Pero informar no equivale a visualizar, y esa es la gran servidumbre de la información televisiva. El mundo virtual de la imagen se superpone al mundo real, el orden de prioridad de la noticia no la da la noticia en sí sino la mayor o menor cantidad de imágenes disponibles por el medio. Las transmisiones en directo destacan la primacía de la imagen. El comentarista se convierte en un pelele al servicio de la imagen en directo. En su afán de dar sonido ha de comentar y comentar, incluso las mayores estupideces que le vienen a la cabeza
LA CONSTRUCCIÓN DEL TELE-MITO. La era pre-televisiva ha conocido mitos bastante poderosos, por cierto. Los mitos de la antigüedad tuvieron forma narrativa y estructura argumental, se plasmaban en la construcción del cuento y en la explicación religiosa. La simbología se había aliado inexorablemente a la mitología. Los personajes del mito tenían presencia, una presencia abstracta que se articulaba en una secuencia de representaciones Los multimedia han dado cuerpo al mito. Han construido el mito político y el mito cultural, el mito erótico y el mito .
Los personajes que lanza al gran público la televisión no pertenecen a este mundo. Viven en su Olimpo particular. Son nuevos dioses, dioses virtuales, los dioses propios de la era tecnológica. Los personajes reales que los representan les dan cuerpo, imagen y sonido. Pero el tele-mito, más que como personaje real, se presenta como epicentro al que confluyen y convergen las pasiones y pulsiones de millones de tele-espectadores. El tele-mito ya se trate de un/una cantante, un actor, una actriz, un torero o un atleta es visto y oído simultáneamente por millones de personas y tiene la virtud al mismo tiempo de ser intangible e intocable. No ve a nadie y nos ve a todos. Su presencia se hace tan lejana como inmediata. Su existencia se hace artículo de fe. Se le admira y se le adora y, al mismo tiempo, se muestra indiferente a esa adoración, por mucho que su existencia como tele-mito se debe a la persistencia de esa adoración pública. El tele-mito no puede tener vida privada, ese es un ámbito de existencia propio de los simples mortales, vedado por completo al tele-mito, por mucho que gran parte de su existencia la empeñe en combatirse a sí mismo El tele-mito muere cuando pierde sus seguidores, desde el mismo momento en que deja de ser objeto de veneración y difícilmente puede resurgir como el Ave Fénix de sus cenizas. Una vez expulsado del Olimpo es condenado a vivir como un simple mortal. La vitalidad del tele-mito, al igual que la de los mitos religiosos tradicionales, le viene dada por sus millones de feligreses aunque, y esto es lo que los distingue de los mitos tradicionales, la secuencia temporal de devoción a los mismos es necesariamente efímera y limitada, regulada como está por las leyes del mercado.
TELEVISIÓN Y VIDA COTIDIANA
A la Televisión confluyen todas las pasiones humanas. Es un aparato fuertemente personalizado. Se entabla con ella una compleja relación amor-odio difícil de desenmarañar. Por un lado, se la odia a muerte (conozco muy pocas personas que hablen bien de la televisión) por otro, no se puede prescindir de ella, es como una droga que crea adicción. Se la apaga pero siempre se la vuelve a encender. Cuando se hace una mudanza es el primer electrodoméstico que se lleva a la nueva vivienda, aunque solo haya una silla y una cama nunca podrá faltar el televisor, está antes incluso que otros electrodomésticos más necesarios como la lavadora o la aspiradora. Resulta asombroso ver barriadas de chabolas donde falta de todo, incluso el agua corriente y, sin embargo, ahí está puesta la antena de televisión. Parece como si la televisión fuera el alma de la casa, lo único que confiere sentido a la vida familiar. Con el abaratamiento de precios de los electrodomésticos ya se pueden instalar televisiones de 24 pulgadas en los dormitorios, en la cocina y, ¿porqué no? hasta en el cuarto de baño. Así, la multiplicidad de cadenas salvaguarda la unidad de las familias: la esposa puede ver tranquilamente su novela vespertina, el marido el partido de fútbol y los niños los dibujitos. Todos son felices porque la televisión también está por el pluralismo biosocial .
No se concibe una vida cotidiana sin televisión. Ella nos suministra toda la materia prima que necesitamos para conversar y discutir. La sociedad super-tecnológica ultra-especializada, con unas materias de conocimiento tan compartimentadas y seccionadas no está en condiciones de hacer el conocimiento ni su divulgación accesibles a la sociedad. El conocimiento se encuentra encapsulado en reducidas capas sacerdotales tecno-burocráticas que padecen una incapacidad congénita de inter-comunicación tanto endógena como exógena. La televisión se encarga de suplir ese vacío o ese espacio inexistente. Su función no puede consistir en divulgar conocimientos sino más bien en todo lo contrario en vulgarizar la realidad. El conocimiento que transmite es inevitablemente un conocimiento tamizado a través de las estructuras del consumo de la mercancía, que son, a la par, causa, origen y esencia del lenguaje televisivo. La televisión, situada en el subsuelo del cretinismo, nos facilita los rudimentos intelectuales mínimos con los que encontrar referentes en la vida diaria. La ideología del hombre unidimensional de la sociedad capitalista de nuestros días ha sido mediada, producida y elaborada no por las estructuras tradicionales de dominio ideológico, Iglesias y Estados, familias (aunque hoy por hoy la familia se ha convertido en pura televisión) y escuelas, sino por la televisión. La gente comenta las noticias que le sirve la televisión, las anécdotas de la televisión, las apariciones de la televisión, las campañas electorales de la televisión, las guerras de la televisión, los famosos de la televisión, el parlamento de la televisión, los partidos de fútbol de la televisión, los políticos de la televisión, los intelectuales de la televisión, los anuncios de la televisión, el Papa de la televisión, los chistes de la televisión...
LA POLÍTICA, AL SERVICIO DE LA VISUALIZACIÓN. LA VISUALIZACIÓN, AL SERVICIO DE LA POLÍTICA
La televisión personaliza como nadie la política, convierte a los partidos en sus cabezas visibles. Los partidos políticos, a su vez, se auto-televisan, conscientes de la importancia que tiene la imagen en la manipulación de la sociedad, crean, adjuntas a sus estructuras burocráticas sus correlativas Secretarías de Imagen que, según parece, tienen un papel importantísimo. En virtud del mundo visual la estética se impone sobre la ética. La gente no votaba al PSOE, votaba a Felipe (la extrema personalización de ese político hacía que se le designara por su nombre de pila), incluso en otras elecciones administrativas, municipales o autonómicas, donde no se presentaba como candidato le seguían votando a él. La televisión reduce los idearios y los programas políticos a sus líderes. Los políticos cronometran al segundo sus apariciones televisivas en los periodos electorales, y realmente en ello les va su futuro. Antes de comparecer ante las cámaras de televisión se maquillan la cara al milímetro (¿significará esto que los electores también votan a favor de los cosméticos y las marcas de maquillaje?) Y encomiendan sus campañas electorales a las mismas empresas de publicidad que confeccionan los anuncios de las marcas de coches y lavadoras. Un conocido político del PSOE - Alfonso Guerra - llegó a afirmar que prefería un minuto de televisión a mil militantes (de ser militante de ese partido y saber que, a los ojos de sus dirigentes, valgo menos que una milésima de fracción de segundo de retransmisión televisiva rompería inmediatamente el carnet). El poder ha creado todo un circuito interactivo con la televisión y la sociedad. La televisión ha domesticado a los ciudadanos, en el sentido de que los ha encerrado en sus viviendas, ha cortado la relación umbilical ciudadano calle espectáculo.
Las mentes televisionadas se han reblandecido. Han perdido las facultades mínimas de decisión y elección. El espíritu crítico se ha evaporado por completo. Ante el televisor tragan y tragan lo que les echen, se dejan arrastrar por los imperativos publicitarios y, en definitiva, son fácilmente manipulables y aterrorizables. Cuando los socialistas convocaron el referéndum sobre la OTAN se valieron del televisor de forma canallesca: asustaron, intoxicaron, manipularon y amedrentaron a la opinión pública hasta extremos inauditos. Como ahora, donde la Guerra de Kosovo ha convertido al televisor en un instrumento de guerra. El televidente es incapaz de discernir qué es lo que realmente sucede, porque las imágenes que le muestran hablan por sí solas. No es necesario inducir una opinión; la opinión la dan las imágenes que se suceden. El televidente no sabe que esas imágenes han sido previamente escogidas y montadas para su consumo, lo que ve es la realidad como la vida misma. No necesita argumentos ni razonamientos, lo importante es verlo, es ser testigo ocular.
En el fondo, algo monstruoso está ocurriendo, la televisión se ha apropiado de la imagen y el sonido de toda la sociedad. Para ello ha tenido que devorar previamente las inteligencias a costa de servir lo que gusta al público y al mismo tiempo hacer gustar al público lo que sirve. La cultura ha debido pagar un elevado tributo por la tecnología, hasta tal punto que si no se le pone pronto remedio amenaza con convertir a la humanidad en una especie en regresión intelectual, en un nuevo tipo de bárbaros tele-dependientes dispuestos a arrasar con todo lo que se les ponga por delante con tal de que se les vuelva a suministrar su droga visual
La televisión solo puede ser así. Los sistemas totalitarios la ponen a sus servicio como instrumento de propaganda y control político-ideológico. La dictadura franquista, para impedir que la gente saliera de sus casas durante los días programados como jornadas de lucha, manifestaciones, etc, retransmitía corridas de toros o partidos de fútbol de gran audiencia. Por otro lado, los regímenes capitalistas auto-denominados democráticos la usan, no para fortalecer la participación democrática precisamente, sino para ponerla al servicio de la reproducción de la mercancía, como instrumento de consumo.
A MODO DE CONCLUSIÓN
A la edad moderna se la ha llamado era de la Razón. Descartes, Leibniz, Spinoza, Kant, etc fundaron sus sistemas en las facultades humanas de análisis y discernimiento, de abstracción y representación. Nuestra época actual, de mediados de los cincuenta a esta parte, nos ha introducido en una era muy distinta, la de la visualización. La ciencia y la técnica, nacidas de la síntesis logos y empyria, han acabado creando la televisión y los sistemas audiovisuales multimedia. Y la televisión está destronando a la razón. Ha empezado a anular el desarrollo de aquellas áreas corticales del niño que llevan consigo las facultades de integración simbólica. Si no se le pone remedio a tiempo, sus efectos pueden ser fatales e irreversibles. La televisión amenaza con hundir en un periodo de regresión, cultural y biológica, a toda nuestra especie. Su influencia puede ser más nefasta aún que la que en su momento tuvieron las grandes religiones. Al menos, las religiones no llegaron a afectar (aunque sí a ralentizar) el desarrollo de las facultades de razonamiento, abstracción, análisis y discernimiento. Cuando el cura desde el púlpito lee a los feligreses pasajes de la Biblia, al menos les está transmitiendo información simbólica mentalmente discernible. Y es que, en efecto, la televisión es hoy por hoy el opio del pueblo. La técnica, en este caso, no nos ha hecho progresar, más bien nos ha hecho regresar a un estado de cuasi-barbarie. De seguir así las cosas, las nuevas generaciones serán cada vez menos inteligentes, menos racionales y más emocionales.
Los televidentes se convertirán, en breve plazo, en un público de cretinos arracionales, materia prima del mercado. Los mismos cretinos que se conmovieron y lloraron a raudales cuando se transmitió por televisión (no podía ser menos) el entierro de la ex Princesa de Gales, ahora se quedan fríos e impertérritos ante los actuales bombardeos de la OTAN sobre Serbia y Kosovo, ante las víctimas del integrismo islámico en Argelia o de la intervención rusa en Chechenia como algo que no les afecta. El público de cretinos que sigue de cerca y con gran entusiasmo y fruición las andanzas de play boys, princesas, modelos, toreros, cantantes, actores, actrices, millonarios y parásitos sociales, son una criatura genuina de la televisión.
La subcultura de masas de esta época parece no encontrar precedentes en la historia, y es que la moderna tecnología ha creado un monstruo que antes de implantar sus contenidos ideológicos se encarga de devorar las estructuras cognitivas del ser humano, de amputar, al igual que el clítoris de las mujeres en Burkina Fasso para que no puedan gozar sexualmente, las facultades intelectuales para que no puedan pensar ni discernir. Como decía al comienzo, la cultura popular tradicional, de base empírica y de transmisión interpersonal oral, ha sido barrida del mapa por obra de la televisión. La televisión transmite experiencias que no precisan comprobación, la misma imagen de la pantalla se encarga de ello, de asegurar y comprobar. A su alrededor se ha creado una masa neo-analfabeta
La televisión solo puede mantenerse si es financiada por el capital. Los bajos índices de audiencia no permiten retransmitir conciertos de música clásica, ni ponencias de filosofía, ni obras de Tolstoi, ni documentales sobre el origen y evolución de hombre o sobre el proceso de fabricación de un televisor o un ordenador. La televisión nunca podrá ser educativa. Entre las masas aculturizadas y los medios de comunicación aculturizadores se crea un circuito de retroalimentación, un bucle mutuamente recursivo. Y es que la enseñanza es a la televisión, lo vuelvo a repetir, lo que el agua al fuego .
No se puede asegurar alegremente que determinados programas sean tele-basura y otros no. En realidad, la basura está en todas partes: en los anuncios, en la publicidad, en la teletienda, en los programas patrocinados por marcas comerciales, en las series, en las noticias... toda la televisión es un inmenso folleto de propaganda que bombardea las mentes sin piedad y que necesita un público de cretinos para sostenerse, ese mismo público al que atiborra de bazofia y de noticias del corazón, eventos futbolísticos, crónica rosa y demás basura.
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