Con el despertar de la razón, nace también la conciencia moral.
Destacamos la inteligencia emocional o un coeficiente intelectual. Pero qué sucede con la inteligencia moral, los alcances de entender ésta, pueden llevarnos a los grandes cambios que un país como el nuestro necesita. La inteligencia es una de nuestras posesiones más preciadas, sin embargo, los psicólogos y demás estudiosos, no se han puesto de acuerdo en definirla; a diferencia del peso, la estatura o la edad a la inteligencia no se le puede medir directamente o mirar al interior de la cabeza de una persona y observar y medir su inteligencia. Sólo se puede evaluar la inteligencia de una persona de manera indirecta, evaluando los actos inteligentes que realiza.
Se habla de inteligencia moral, como aquella capacidad para elaborar razonamientos morales y actuar conforme a dichos razonamientos. La inteligencia moral sólo es posible encontrarla a partir de los actos que manifiestan un sentido y una orientación hacia los demás, una preocupación por “el otro”. La inteligencia moral no se refiere exclusivamente a una habilidad para razonar y dilucidar entre las distintas opciones de la vida, se refiere a la capacidad para ello y para actuar constantemente en consecuencia con ello.
Es un criterio básico para orientar el sentido de la vida cotidiana. La trascendencia de la inteligencia moral, es tan necesaria, incluso para liderar o gobernar cualquier pueblo, y muchos gobernantes pueden carecer de ella. Por tal motivo, me parece impostergable hablar de ella y dirigirla hacia cualquier ámbito de nuestra vida económica, política o social. Tanto como la construcción de cualquier liderazgo de izquierda que fundamentalmente tendría que empezar desde la base, las personas, el pueblo.
Uno de los trabajos para mí más relevantes sobre la inteligencia moral es el de Robert Coles, cuando sostiene que la inteligencia moral se refiere simplemente a aquella capacidad que hace a los niños bondadosos y preocupados por los demás, su preocupación constante fue el encontrar las diversas razones por las que hay niños “muy buenos” y niños “no tan buenos” y empáticos. Su trabajo en el hospital con los niños, le llevó a descubrir que no bastaba entender la dimensión emocional para encontrar el sentido de las acciones y actitudes que manifestaban los niños.
Descubrió que muchos de los problemas que enfrentaban, se debían a la falta de una guía moral claramente estructurada por el medio familiar en el que el niño se desarrollaba. El sentido que adquiere el concepto de bondad en el trabajo de Coles no es una abstracción, sino un modo concreto de comportarse con los demás siguiendo “la regla de oro” de tratar a los demás como nos gustaría que nos traten a nosotros. A esto se une la importancia del ejemplo, pues el niño entenderá el bien en la medida en que lo vea en acción, no como algo abstracto, sino como una presencia concreta. Siempre he visto en los ojos de las niñas y niños el futuro de cualquier nación, es responsabilidad de todos, hacer nuestra vida significativamente ejemplar, como maestra de niños, una actividad que desarrollo con frecuencia, puedo aseverarles que ellos aprenden más de nuestro ejemplo que de las lecciones que queramos enseñar.
La inteligencia moral hace énfasis en la bondad, una virtud que en los últimos tiempos ha perdido tanto valor como los buenos modales y la cual se debería de enseñar desde que somos pequeños.
Desde que el éxito y la felicidad se entiendan en términos de acumular bienes, escalar posiciones y cosechar fama y poder, todo lo que no contribuya a tal fin se considerara irrelevante. Así, el arribismo, la competitividad, deshonestidad, individualismo, agresividad, entre otras, han desplazado a la sencillez, compasión, rectitud, generosidad, solidaridad y en otras palabras, bondad. Los valores están para ser vividos o no se entienden.
No pocas veces la incoherencia de los adultos deja sumidos a los niños en la confusión de mensajes contradictorios. Sí podemos exigir liderazgo moral de cualquiera que quiera representarnos.
Liderazgo no es dominación, sino el arte de persuadir a la gente para que trabaje hacia un objetivo común. El rumbo que sigamos como país, como nación es absolutamente nuestra responsabilidad, por el bien común, por el futuro de nuestra descendencia.
Eva-María Schuster
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Inteligencia Moral | Carlos de la Rosa Vidal