"Otra amenaza, menos franca pero igualmente básica, se cierne sobre la democracia liberal. Ligada en forma más directa con el impacto de la tecnología, está relacionada con la aparición gradual de una sociedad más controlada y dirigida. Dicha sociedad estaría dominada por una élite que justificaría su pretensión de ejercer el poder político fundándose sobre la presunta superioridad de sus conocimientos científicos. Para lograr sus fines políticos, esta élite, ajena a las restricciones que imponen los valores liberales tradicionales, no vacilaría en influir sobre la conducta pública ni en ejercer una estrecha vigilancia y control sobre la sociedad, mediante el uso de las técnicas más modernas."
Zbigniew Brzezinski
Zbigniew Brzezinski fue Consejero de Seguridad Nacional del presidente de EUA Jimmy Carter de 1977 a 1981. En 1981 fue premiado con la Medalla Presidencial de la Libertad por su importante papel en la normalización de las relaciones EUA-China y por sus contribuciones a las políticas de derechos humanos y seguridad nacional de EUA.
Actualmente, es consejero y miembro del consejo de administración del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un importante foco de pensamiento político. También impartió la asignatura Política Exterior Americana en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins. El Dr. Brzezinski se doctoró en Ciencias Políticas por la Universidad de Harvard en 1953 y fue académico de la Facultad de la Universidad de Columbia de 1960 a 1989 y de la Universidad de Harvard de 1953 a 1960.
Hace más de 20 años, en su célebre libro "La era tecnotrónica", Zbigniew Brzezinski sostenía que «la paradoja de nuestra época consiste en que la humanidad está pasando, simultáneamente, por un proceso de mayor unificación y de mayor fragmentación ». El mundo, sostenía, «deja de ser un ruedo en el que interactúan, colaboran, chocan o guerrean naciones relativamente autónomas, soberanas y homogéneas (...) y se transforma en un espacio ampliamente integrado por vínculos supranacionales de todo tipo, cuya característica fundamental es la era del proceso político
global».
En la base de este raciocinio estaba el cambio desde una sociedad posindustrial a una que denominó «tecnotrónica», dominada por las tecnologías, principalmente la electrónica, con profundas consecuencias sobre la automatización de procesos, la cibernética, y la obsolescencia de las especialidades técnicas que habían dominado la organización socioproductiva hasta ese momento. Para la relación ciudadano-Estado se abría un enorme y complejo campo de posibilidades, por la amplia disponibilidad de medios técnicos de control humano puestos al servicio de la ingeniería social.
La realidad actual ha confirmado e incluso superado los presupuestos que Brzezinski
hiciera en la década de los 60. El proceso económico que durante la primera mitad del presente siglo estuvo dominado por las industrias químicas, siderúrgicas y metalmecánicas, hoy ha cambiado y ellas son crepusculares. En el actual ciclo civilizatorio, los sectores más dinámicos de la economía se vinculan a la microelectrónica, la bioindustria y la energía de fuentes no contaminantes, y la fuerza de trabajo debe ser polivalente y especializada en el manejo de la información y los sistemas.
Predomina un mundo cibernético y tecnológico, instantáneo en sus formas de comunicación, con umbrales de seguridad basados en el desarrollo científico y tecnológico antes que en el equilibrio militar, y en el cual predominan formas de gestión social y empresarial totalmente nuevas.
La pertenencia a este mundo globalizado y tecnotrónico ha derrumbado las fronteras ideológicas e instalado una gran estabilidad estratégica global. Pero también, junto a esa estabilidad estratégica, ha generado una gran inseguridad regional con la aparición de nuevos y violentos nacionalismos que se mueven entre la tensión de lo global y su identidad regional y local. En este contexto, la forma y la gestión de las organizaciones y estructuras de la sociedad se fundamentan en bases totalmente diferentes. El insumo crítico de las organizaciones es el conocimiento y la información,
que gestionados de manera adecuada, cambian la comparabilidad en las relaciones entre los Estados, generando ventajas comparativas dinámicas en las cuales la relación de poder en el campo internacional depende no ya de ventajas militares, de recursos naturales o realidades geográficas, sino de una compleja red sistémica de factores en los cuales el desarrollo tecnológico, el conocimiento, la organización y la gestión son fundamentales. Ello impone un debate sobre el Estado y sus componentes orgánicos y funcionales, entre los cuales se destaca su tamaño, su definición económica, la fijación de sus metas, el carácter de su inserción internacional, la determinación de sus riesgos de seguridad, entre otras, y que van a determinar el carácter, intensidad y calidad de sus políticas sectoriales.
La política de defensa viene así a definir una función, la de seguridad frente a las amenazas externas, y a determinar una política sectorial que asegure la reproducción y viabilidad estratégica del Estado como una organización libre y soberana.
En la política de defensa está contenido el marco de las relaciones entre el poder civil y lo militar al interior de la sociedad. Lo anterior tiene dos implicaciones substanciales que están presentes en todo el razonamiento posterior de este trabajo:
a) que el debate central es sobre qué Estado - con sus metas, organización, funciones,
viabilidad y procesos -, y en ese contexto debe definirse una política de defensa, la
que involucra aspectos más amplios que lo puramente militar y depende de la autoridad
política del Estado;
b) que la política de defensa es el marco que define la política militar, dejando sentado que tanto la función de defensa como el poder mi litar son dos componentes permanentes y esenciales de la organización del Estado moderno.
Technotronic Era, La Era Tecnotronica