¿Que hace que personas buenas, comunes y corrientes, hagan cosas malas que nunca habrían
imaginado hacer? ¿Cómo pueden personas morales ser seducidas a cometer actos de lesa inmoralidad?
¿La maldad y el sadismo son algo intrínseco a la naturaleza humana de cada cual o bien se trata de un subproducto del ambiente en que las personas se desenvuelven? ¿Donde radica la línea que separa el bien del mal y quien está en peligro de cruzarla? Estas son interrogantes a las que Philip Zimbardo, profesor Emérito en la Universidad Stanford, ex presidente de la Asociación Estadounidense de Psicología y, en la actualidad director del Centro Interdisciplinario Standford para el estudio de la Educación e Investigación del Terrorismo, ensaya responder en este libro de reciente publicación, The Lucifer Effect. Understanding how good people turn evil.
El libro se compone de diez y seis capítulos a través de los cuales el autor, tomando ejemplos de sus
propias investigaciones y de publicitados hechos políticos de reciente actualidad, analiza el como y el porqué personas buenas, comunes y corrientes pueden llegar a convertirse en seres perversos, ser seducidas por el mal; proceso de transformación éste que Zimbardo denomina Efecto Lucifer, en alusión al relato bíblico en que Lucifer, el querubín favorito de Dios, termina transformándose en Satanás.
En el primer capítulo Zimbardo presenta un marco conceptual para comprender el Efecto Lucifer.
Sostiene Zimbardo que las causas de la conducta perversa no hay que buscarlas tanto en las
características de personalidad de las personas sino más bien en las particulares condiciones
situacionales y sistémicas que estructuran el entorno en que ellas se encuentran.
En los capítulos segundo a once, Zimbardo hace la descripción más detallada que se haya divulgado
hasta de ahora de su ya clásico y controvertido experimento de la prisión simulada. Relata los tipos de conductas y las reacciones psicológicas que se fueron generando, hora a hora, día a día, entre quienes hacían de guardias y prisioneros. Se describen, además, los diferentes inventarios y tests que se emplearon para asegurar la normalidad psicológica de los sujetos que tomaron parte en dicho estudio.
También se analiza el experimento desde el punto de vista de sus fortalezas y debilidades metodológicas así como las implicaciones éticas de este.
Los capítulos doce y trece están dedicados a demostrar como las características situacionales y la
dinámica grupal en que las personas se ven envueltas pueden moldear sus conductas. A tal efecto, se repasan y comentan los conocidos estudios de Musafer Sherif, Salomón Asch, Stanley Milgram y de Bibb Latané.
Los capítulos catorce y quince bien pudiera decirse constituyen la razón de ser de este libro. A través de estos Zimbardo hace un detallado relato de la participación que como experto en conducta deshumanizada le cupo en testificar en favor de uno de los soldados que fueran sometidos a corte marcial por la justicia militar estadounidense por actos inhumanos que cometieran en la prisión militar de Abu Ghraib, Irak. Es necesario comentar que en esta etapa del libro Zimbardo abandona el estilo académico que mantuviera en los capítulos anteriores, para optar, ahora, por uno decididamente político.
En este sentido comienza por expresar su descontento hacia la corte marcial, la que no consideró para nada, su testimonio; su defendido fue condenado a ocho años de prisión. Para demostrar cuan errada fue la decisión de la corte marcial, Zimbardo, desarrolla un descarnado análisis de lo que fue el proceso, desde la persona acusada (su defendido), la situación donde se produjeron los abusos (prisión Abu Ghraib) hasta, finalmente, llegar al sistema que permitió que todo ello ocurriera (gobierno civil y ejercito de los Estados Unidos). Esta parte del libro deviene en una muy cuidada crítica hacia el presidente Bush, el secretario de la defensa Rumsfeld y otros altos dirigentes civiles y militares como los auténticos responsables del abuso de prisioneros en la prisión de Abu Ghraib.
Zimbardo concluye su crítica advirtiendo que lo ocurrido en el experimento de la prisión simulada y lo ocurrido en la prisión real de Abu Grahib constituyen una muy ilustrativa lección de cómo “sistemas perversos” originan “situaciones perversas” y como éstas, a su vez, originan “conductas perversas”, aún en personas buenas (pag, 445).
El capítulo final del libro Zimbardo lo inicia con un pensamiento esperanzador. Sostiene que una de las más grandes ventajas que posee la especie humana es su capacidad para explorar y comprender el mundo social que ha creado y para aplicar lo que de ello aprende a mejorar la vida (pag, 451).
Así, una de las principales tareas de la psicología social es ayudar a las personas a alejarse del mal. Para lograr tal propósito, de acuerdo a Zimbardo es necesario estimular en las personas la “banalidad del heroísmo”, es decir, el deseo de comportarse de manera ejemplar (pag, 457). Para ello Zimbardo desarrolla un Decálogo de Aforismo y una Taxonomía de Conductas que las personas deberían tener presente y practicar a la hora de relacionarse con otras.
En suma, si bien The Lucifer Effect. Understanding how good people turn evil. es un libro extenso (551 páginas) y a veces, innecesariamente repetitivo, su lectura es agradable, está escrito en un lenguaje sencillo. Un aspecto notable del libro es la amplia y actualizada cantidad de citas y referencias (517) con que Zimbardo apoya su escrito y que, por lo mismo, contribuyen a enriquecerlo. Este es, sin duda alguna, un libro cuya lectura habrá de resultar útil tanto para profesionales como para estudiantes de psicología, psicología social y sociología, así como también para el lector general que encontrará en el “claves” para mejor comprender como se origina y perpetua la conducta deshumanizada en los tiempos que nos toca vivir.
Autor: Juan MansoPinto
Universidad de Concepción