Detallada investigación sobre la conciencia humana, el presente libro, uno de los más originales ensayos de los últimos tiempos, refuta la teoría tradicional de la conciencia basada en el sentido común y presenta un nuevo modelo fundamentado en una ingente cantidad de datos, tomados a su vez de campos tan diversos como la neurociencia, la psicología, la filosofía y la inteligencia articifial. La visión de Dennett sobre el tema, así, es antiintuitiva pero convincente, y, como en toda teoría revolucionaria, su fuerza y su capacidad para sorprender aparecen íntimamente relacionadas.
El resultado es un útil y accesible recorrido por el campo de la filosofía de la mente a partir del cual nuestras actuales teorías sobre la vida consciente -de las personas, de los animales e incluso de los robots- puede que se vean profundamente afectadas por nuevas y fascinantes perspectivas. Sin duda uno de los mejores ejemplos de libro científico dirigido tanto a profesionales como a lectores no especializados, La conciencia explicada constituye finalmente un trabajo filosófico de la mejor especie: sencillo, pero sin caer en la trivialidad; bien documentado, pero sin abrumar con un exceso de información.
Como ha dicho Howard Gardner, "una notable reflexión sobre la conciencia… a cargo de uno de nuestros más sobresalientes pensadores".
«¡Claro que somos máquinas! Somos máquinas muy, muy complicadas y muy, muy evolucionadas, hechas de moléculas orgánicas en vez de metal y silicio, y nosotros somos conscientes, de modo que también puede haber máquinas conscientes: nosotros.» (Daniel Clement Dennett. La conciencia explicada. Paidós, Barcelona - Buenos Aires, p. 443)
En este libro, Dennett argumenta a favor de la construcción individual del yo. La esencia de su tesis es la singularidad del lenguaje humano. Como él relata, la araña, el castor, el caracol y las termitas, cuando construyen, no tienen por qué saber lo que hacen; la araña construye telas, el castor diques, el caracol una concha dura y las termitas grandes palacios.
«Pero las construcciones más extrañas y maravillosas de todo el mundo animal son las increíbles y complejas construcciones que levanta un primate, el Homo sapiens. Todo individuo normal de esta especie construye un yo. A partir de su cerebro teje una tela de palabras y de actos, y, como las demás criaturas, no tiene por qué saber qué está haciendo; sólo lo hace. Esa tela lo proteje, como la concha del caracol, le proporciona el sustento, como la tela de la araña, y favorece sus perspectivas para el sexo, como la glorieta del pájaro jardinero. Al contrario de la araña, sin embargo, un ser humano no exuda su tela, sino que, como un castor, trabaja muy duro para recoger los materiales con los que construir su fortaleza. Como un pájaro jardinero se apropia de aquellos objetos que le gustan -a él o a su pareja-, incluidos muchos que fueron diseñados por otros con propósitos muy distintos.» (op. cit., p. 426)
Dennett finaliza haciendo un alegato a favor de la existencia de la inmortalidad, a semejanza de la pervivencia del software al hardware; nuestros yos son el software, nuestros cuerpos son el hardware:
«Si usted fuese una alma, una perla de sustancia inmaterial, sólo podríamos "explicar" su potencial inmortalidad postulándola como una propiedad inexplicable, una virtus dormitiva que no se puede eliminar de la sustancia-alma. Y si usted fuese una perla de sustancia material, algún grupo de átomos de su cerebro espectacularmente especial, su mortalidad dependería de las fuerzas físicas que los mantienen unidos (podríamos preguntar a los físicos, en qué consiste la "media-vida" de un yo). Si usted piensa en usted como un centro de gravedad narrativa, por otra parte, su existencia depende de la persistencia de esa narración (un poco como Las mil y una noches, pero en un único cuento), que en teoría podría sobrevivir a una serie indefinida de cambios de medio, podría teletransportarse fácilmente (en principio) como el noticiario de la noche y almacenarse por tiempo indefinido en forma de mera información. Si lo que usted es, es esa organización de la información que ha estructurado el sistema de control de su cuerpo (o, por plantearlo de manera más provocativa y, a la vez, más usual, si lo que usted es, es el programa que corre en el ordenador de su cerebro), entonces, en principio, usted podría sobrevivir a la muerte de su cuerpo tan intacto como un programa que puede sobrevivir a la destrucción del ordenador en el que fue creado por primera vez.» (op. cit., p. 440)
fuente: http://campusvirtual.unex.es/cala/cala/mod/forum/discuss.php?d=767
http://www.desdeelexilio.com/2009/07/24/%C2%A1detengan-a-ese-cuervo-entrevista-a-daniel-c-dennett/
http://www.mediafire.com/?z0pru1s8ecdz0il